Un tipo degolla a un carnero minúsculo
en el andén de la estación de cualesquiera.
Ahí están los militares.
Ahí vienen los militares.
Un militar degolla a un sectario recreído
contra las vías de la estación de cualesquiera.
Ahí está el tren.
Ahí viene el tren.
Un tren degolla de un golpazo a un militar que no aguanté
sobre las rocas de las vías de cualesquiera.
Ahí está Dios.
Ahí viene Dios.
Un Dios cualesquiera degolla
degolla, degolla y no para de degollar.
Lo miro todo
pero no lo entiendo:
estoy pensando en mi amor perdido.
Es evidente que los militares y dios se parecen mucho. Sin embargo el amor es mucho más que dioses y militares, el amor nos toca el alma.
Un saludo.