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Deabruarekin Ere Maite

(traducción del euskera: "Los demonios también pueden amar")

CAP 1. Tratado de paz

Una lucha... Una traición y el sacrifício de un ser amado se mezclavan entre los suaves cantos de la Madre Naturaleza y abrazados por los efímeros recuerdos de mis abuelos. Si no fuera porque Ella me protegió de una muerte casi segura hace tiempo, pensaria que se está mofando de mi. Sin embargo... ¿salvar mi vida? ¿Por qué? Mi alma se debilita poco a poco a medida que pasan los dias...
Sonó el molesto despertador a la hora acordada. Su ruido marilleante sin duda era una pesadilla para la calma que reinaba en mi pequeño y apacible hogar. gruñí mentalmente mientras me estiraba como un felino. Suspiré resignado y, tras miles de protestas mentales en las que incluia maldiciones hacia el creador de ese pobre aparato, decidí levantarme de mi cómoda hamaca? hecha con las ramas y hojas de Amaya. En cuanto posé mis pies desnudos en la fresca madera mezclada con maleza que constituía el suelo de mi humilde morada me estiré despreocupadamente crugiendo sonoramente mis huesos entumecidos tras la fría noche.
Aún medio dormido, me rasqué la cabeza despeinando aún más mi negra melena de largos pelos, y miré de reojo una de las paredes de madera que constituían mi casa. Sonreí medio dormido y acaricie la superfície rasposa de una de las tantas ramas llenas de hojitas y enredaderas que formaban parte de la compleja arquitectura de mi vivienda.
- Buenos días, Amaya. ¿Has dormido bien?
La brisa acarició mi rostro y jugueteó con mi pelo despeinado y lleno de hojitas caidas haciendo que hasta la última fibra de mi cuerpo se estremeciera de placer. Sabía que esa era su manera de darme los buenos días por lo que me dejé llevar tratando de sentirla lo máximo posible tratando de imaginar la forma de unas dulces y suaves manos de mujer en lugar de distante aire las que me acariciaran . Así es: Vivo en una especie de casa del arból que yo mismo creé con mágia y trasformé a una enorme aya llamada Amaya (con su previo permiso, por supuesto) en mi hogar.
Me volví a estirar felinamente recordando con una sonrisa un tanto vergonzosa las veces que Amaya me había comparado con un gato perezoso y fui a prepararme. Yo, al igual que vosotros, no soy un amante y entusiasta del arte de madrugar ya que prefiero levantarme cuando el sol ya está bien alto en el horizonte; sin embargo, un encargo es un encargo, y más si viene de mi rey. No me compliqué con la ropa: con un pantalon de telas vaporosas y comodas de color anaranjado como las hojas de los arboles en otoño me bastaba, aunque esta ve también me puse unas deportivas desgastadas que normalmente no usaba. Me acerqué a un espejo que reposaba sobre una de las ramas y comencé a peinarme ordenando hábilmente las capas de mi cabello con un cepillo, de modo que fuera corto hasta la nuca y mechones largos y finos desde la nuca hacia los homoplatos. Yo no soy gran cosa; soy un elfo, por lo que mis orejas son largas y puntiagudas, mi piel es pálida como la luz de la luna, ya que prefiero reposar en las sombras antes que acercarme al llameante sol. En el brazo izquierdo, debajo del hombro, tengo una serie de marcas negras de nacimeinto que se asemejan a una especie de zarpazo de tigre que se enroya por la superficie de todo mi brazo. Mis ojos son negros, nada bonitos a mi parecer (aunque Amaya insistiera hace tiempo que tengo los ojos mas hermosos y brillantes de todos los elfos). Mi nariz era pequeña y algo afilada y mis labios finos aunque algo carnosos. Tras terminar de asearme y trasformar mi apariencia de la de un zombi a la de un elfo hecho y derecho, cogí una vieja bandolera, la cual había encantado el día anterior para que nadie se atreviera a tocarmela y metí una banderita blanca que más tarde usaría, además, hoy mi bandolera tendría un objeto de gran valor que ocultar.
Cuando me aseguré de estar completamente listo para la misión que mi rey me encomendaría me despedí de Amaya y salí corriendo ágilmente sorteando los arboles del extenso bosque élfico. No me entretuve, aunque mi cuerpo ardía en deseos de probar la fuerza de las ramas de los arboles y poner a prueba el poder indiscutible de la gravedad haciendo unos cuantos saltos, mortales y acrobacias entre las ramas.
Pronto comenzaron a aparecer las primeras viviendas arbóleas de la capital elfica de Ethiriarel, pero yo no paré hasta llegar a un enorme e imponente sistema de arboles cuyas ramas se fusionaban perfectamente con el níveo mármol para convertirse en un perfecto palacio arbóleo gótico con sus inmensos sistémas de arcadas y sus acertados contrafuertes. Corrí por un pasillo de arcos fajones decorados cn enredaderas hasta llegar a la pequeña antesala custodiada por dos dríades. Atravesé la pequeña puerta de fino mármol y desembque en una enorme sala circular: la sala del trono. Los centinela no pusieron egas a mi intromisión ya que ellos sabían que debía venir.
- Buenos días, alteza-dije con tono irónico y una sonrisa de oreja a oreja mientras me inclinaba elegantemetne para hacer una exagerada reverencia a mi rey
El rey arqueo una de sus finas y negras cejas, sin duda debido a mis modales, sin embargo no me hecho la bronca.
- Vaya, veo que, como siempre, te has levantado de buen pie-respondió mi rey modo de saludo con una voz aflautada muy común entre los elfos. Si eso se suponía que es una broma entonces su excelencia tenia el humor en el culo, francamente, sin embargo me mordi la lengua y me mantuve quieto esperando detalles acerca de la misión- Conoces tu misión, ¿no es cierto? Ven, los demonios esperan
Me acerqué a el con paso despreocupado y decidido y guardé en la bandolera el papiro sellado con una cinta negra que el Señor me entregó.
- ¡Claro que conozco mi misión! Solo tengo que entregar este papiro a Lucifer para que complete el tratado de paz con nosotros y entonces ¡c'est finni! ¡Puedo hacer el vago lo que queda de día!-sin duda la perspectiva de un día más pasarlo en "barbecho" me quitaba la desgana por haber madrugado a una hora tan temprana. Al escuchar mis palabras, el rey me miro preocupado por lo que me apresuré a sonreir cálidamente y levantar ambos pulgares- ¡tranquilo! Déjalo todo en mis manos, Lucifer firmará y tu estarás tranquilo. ¡Todo sea por la paz!
El rey asintió no muy confiado. ¿Por qué dudaba de mi ahora? Me conoce a la perfección y también sabe que siempre cumplo con mis encargos impecablemente, o al menos se lo hice saber tras haber paseado tratados de paz por otros mundos. Me despedí de él prometiendole que volvería sano y a salvo y traería la firma del rey demoniaco. ¡Todo sea por la paz y la cooperación interracial!
Abandone la sala y sali de ahi borrando de mi cara esa falsa expresión de seguridad y devoción. ¿La paz? Mi rey no era más que un iluso... tales conceptos como la "paz universal" no existen. Tan solo reinan la mentira y la traicion mezclada con el dolor y la rabia que se siente al perder a alguien realmente valioso. Cumpliré mi misión con la misma eficacia de siempre, pero jamás compartiré las inútiles esperanzas y deseos de ese hombre...
Tras los últimos preparativos en los que me aseguré de que todo estaba en orden, finalmente llegó la hora de partir hacia el Infierno. El pergamino estaba bien asegurado junto a la banderita blanca (que tenía que usar, por cojones, para asegurar a los demonios que "soy un buen elfo y vego en son de paz y no como un suicida medio loco que va a destruirlos a todos únicamente con una daga matademonios que había ocultado bajo el cinturón del pantalón por si a alguien se le ocurría la brillante idea de atacarme") dentro de la bandolera que ahora colgaba de mi hombro.
Me dirigí rápidamente a un claro del bosque que se hayaba cerca de un barranco desde donde la vista podía deleitarse con el sin fín de maravillas naturales que oculta el mundo élfico. Ahí comencé a trazar un intrincado símbolo mágico. No es que yo sea un gran mago, pero los símbolos que hay que trazar para poder trasladarse de mundo en mundo lo conocía hasta el último crío de mi mundo. Cuando acabé el último símbolo de aspecto, sin duda demoniaco (se supone que cada portal se habre con una combinacion de palabras diferente del mundo al que se quiere ir. Como quiero ir al Infierno imagino que habré puesto algo así como "ábrete sésamo" en demoniaco. Bah, ya preguntaré a los diablillos si no me olvido), me situé en el centro del intrincado sistema simbólico y murmuré las palabras de opertura.
Sentí como el viento comenzaba a rodearme con furia y rapidez, nada que ver con las caricias de mi dulce Amaya, despeinando mi pelo con fría rabia. Noté como poco a poco mi cuerpo se volvía mas etéreo y menos pesado y como poco a poco comenzaba a perder corporeidad hasta difuminarme por completo en el entorno.
Momentaneamente mis ojos no vieron más que oscuridad pero pronto mi mirada fue atraida por unas tres luces anaranjadas muy borrosas. Oí ruidos, pero me sonaron lejanos y fugaces. Mi cuerpo comenzó a materializarse mientras la magia devolvía, poco a poco, hasta la última de mis células y solo cuando recuperé la visión pude ver, por primera vez, el aspecto del mundo más temido y poderoso de todos los que conocemos.

† † †
El demonio se dirigió sin prisa; internandose en las distintas cavernas rocosas y dejando la marca de sus huellas en la tierra reseca y polvorosa, hacia la galería donde habitaba el Rey Demonio. Estaba en su forma humana, ya que se sentía más cómodo (aunque no más libre) para desenvolverse en diferentes entornos. Su melena larga hasta la espalda, llena de diferentes capas que hacian que el pelo se le ondulara como ávidas llamas del fuego infernal lucian magníficas bajo la fría penumbra ilumnada únicamente por unas antorchas de magia ígnea. Sus ojos eran verdes, sin embargo, era un color verde grisáceo que parecía haber perdido parte de su color en las penumbras. Su nariz era fina y alargada y sus labios carnosos y rojos como las flores de la pasión que se curvaban en una pequeña sonrisa congelada en ese pálido rostro. Lucifer, ayer mismo, le dijo a este demonio que para el día siguiente tenia una misión especial por lo que hoy venía a concretar los detalles acerca de esa misión que su Señor le confiaba.
En cuanto llegó a la gran caverna de forma semicircular incó una rodilla al suelo y le hizo una profunda reverencia. El Rey Demonio sonrió con suficiencia y le permitió levantarse:
- Hoy debería llegar un tratado de parte de los elfos. Son buenos aliados para conquistar el universo-informó con su voz grave y profunda como las cavernas en las que habitaba tanto él como sus secuaces- Tú serás el encargado de de recibir al elfo que llegue de parte de su rey. Enséñale las instalaciones y dame el pergamino que contiene el pacto de ayuda mútua entre ambas razas
- Como desee-respondió el
Volvió a hacerle una reverencia y abandonó el seco y polvoroso salón del trono. Sabía que el señor Lucifer confiaba en él, y no pensaba fallarle.
Al salir de la sala del trono, se fue a tomar algo en algún bar cercano. No tenía ganas de hacer nada y últimamente se sentía algo raro. Para tratar de combatir esa extraña sensación que ni él mismo podía describir con palabras, pidió algo de alcohol, especialidad de la casa, para tranquilizarse y esperó mientras tamborileaba con un dedo de larga y afilada uña negra. Cuando, al fín, el camarero se lo trajo, el demonio no dudó en tomarselo de un trago.
- Estos chupitos ya no son como los de antes, ¿eh?- preguntó al camarero dedicandole una mirada divertida
- Sí, antes la bebida era diferente-contestó el camarero. Se le veía bastante animado- Creo que antes se hacía aquçi, pero ahora nos lo tienen que traer de otros lugares.
- Vamos, un desastre, no?-comentó el pelirrojo mientras le lanzaba una pícara mirada
El camarero hizo una mueca de decepción y asintió, aunque enseguida se puso a lavar un par de copas sucias que tenía por lavar.
El pelirrojo pagó el chupito y, tras darle las gracias al camarero, salió de ahí. Sin duda ya era la hora de que el elfo enviado llegara, por lo que tenia que buscarle. El demonio también quería terminar su misión cuanto antes para tener la tarde libre.
Mientras caminaba por una amplia galería rocosa, interceptó la conversación de dos demonios, quienes hablaban de un elfo con una bandera blanca que venía con no se qué de un tratado de paz. En seguida, el pelirrojo les pidió detalles acerca de ese elfo y se fue por done los demonios dijeron que le habían visto marchar.
Al final, a lo lejos, vio a un chico de aspecto élfico. ¡Bingo! Sonrió traviesamente al sentir la desesperación que envolvía al elfo y le miró con curiosidad. Era increiblemente delgado y esbelto como las ramas de los arboles y sus movimientos eran tan fluidos como el de las hojas al viento. Su interés por la raza élfica despertó con más intensidad al ver como este mismo elfo ahora fruncía el ceño y se llevaba una mano a la citura, desde donde se veia un poco la empuñadura de un arma.
Al ver el centelleo de lo que sn duda era una daga, la curiosidad por ese chico aumentó, por lo que el demonio pelirrojo decidió darle una "agradable sorpresa" para ver si realmente merecía la pena. Se trasformó en su forma demoníaca al instante ya que era completamente diferente a la humana y se abalanzo sobre el elfo como una negra sombra meintras gritaba:
- ¡¡INTRUSO!!

† † †
En cuanto me hube materializado del todo miré asombrado el desolador paisaje. ¿Es posible que exista un mundo donde no crece ni la más mínima planta? ¿A este nivel de destrucción puede llegar el afán por conseguir poder? Mi mente no dejaba de hacerse preguntas, sin embargo, antes de conseguir hallar respuestas a todo lo que la voz asustada de mi mente me planteaba, varios demonios, sin duda centinelas, se acercaron a mi mirandome con desconfianza. Me apresuré a sacar la banderita blanca y la moví con verdadera desgana. Sujtar esa banderita me hacia sentirme como un debilucho que pide miseriordia, algo completmente opuesto al perfil de "mercenario" que me habia ganado con sudr y sangre. Esos diablillos no eran muy grandes, me llegaban por el pecho, iban armados con unas viejas y roñosas armaduras a las que parecía que no habían cuidado en siglos. Los diablillos en si presentaban un color de piel semejante a la tierra, aun que descoloridos. Los ojos eran amarillos felinos y tenian unas grandes bocas con afilados dientes que sin duda podrían arancarme una extremidad si me pillaban. Las armas que sujetaban eran unas afiladas lanzas de color cobre. No eran diablillos muy poderosos aunque me superaran en numero, pero yo no quería montar follón. Quedaría irónico entregar un tratado de paz despues de haberme cargado a los guardias.
- Ya ya... vengo solo y en son de paz. He quedado con vuestro rey para sellar el pacto de paz y ayuda mutua. ¿Me podeis decir donde está?
Los diablillos me miraron extrañados... ¿Lucifer no les ha hablado de mi llegada o es que han flipado al ver mis orejas? Yo creo que lo primero, ya que apartaron sus armas de mi con recelo. ¿Porqué no les ha dicho nada? Si los elfos esperaramos a un embajador sin duda hasta la última hormiga de mi mundo lo sabría y hasta montaríamos una fiesta de bienvenida. ¡Pero que sosos son estos demonios!
Los diablillos me dejaron pasar gruñendome y mostrandome sus afilados colmillos a modo de advertencia. Me encogí de hombros y me interné en el primer túnel.
Desemboqué en en una especie de sala circular que se bifurcaba en 3 túneles diferentes. Genial, recapacité "a buenas horas" que tenía que haberles insistido a los diablillos para que me dijeran por que camino ir. Resignado, suspiré y tomé el camino del centro esperando encontrar alguna señar o algo que me guiara hacia mi destino.
Continué andando lo que parecian horas como largas serpientes. ¿A dónde tengo que ir ahora? Esa pregunta no dejaba de resonar en mi mente y mi temor ante el hecho de que me había perdido no contribuía a ayudarme en absoluto. Además, el aire etaba muy cargado y lleno de polvo. Seguia sin haber rastro alguno de aunque sea un hierbajo.
- ¡¿A dónde, coño, debo iiiir?!-me quejé ya desesperado. Quería salir de ahí lo antes posible o sino me volvería loco- ¡¡Arg!! ¡¿Por qué mi rey me mandó a mi?!
Pasé por el lado de un par de demonios con forma humana y, tras explicarles pacientemente mi situación, les pedí ayuda. Sin embargo estos me ignoraron completamente y se fueron en dirección contraria mientras murmuraban algo incoherente en demoníaco. Suspiré resignado y tras sacarles el dedo corazon cuando no me miraban continé mi monotona marcha.
- ¡¡Me abuUuUuUuUuUurrrrrrrOooooooooooo!!-exclamé acompañando mi canturreo con un bostezo tratando de darle algo de vidilla a esos condenados túneles que me resultaban todos iguales.
No estuve handando muchas mas horas (¡eones, por Dios!) hasta que de pront ohí un grito en la oscuridad acompañado por un cuerpo envuelto en sombras
- ¡¡INTRUSO!!
¿Pero 'ónde va este matao'? Fue lo que me pregunté mientras esquivaba la gran mole de ese demonio apartandome elegantemente a un lado. Su piel, a diferencia de la de muchos demonios que solian ser rojos o color tierra pálido, era de un color morado pálido. Lucía tatuajes azul-verdosos en todo el cuerpo, como si fueran alguna especie de símbolos de guerra, sus alas membranosas como als de un murcielago eran inmensas, aunque estában algo rasgadas, su pelo era largo y negro con algunos que otros reflejos rojizos y estaba recojido en una coleta alta. De la frente despejada salian unos inmensos cuernos de una tonalidad marrón que se enrollaban como los de un carnero y sus ojos... por desgracia no pude vérselos bien, aunque brillaban con una tenue luz rojiza mostrando toda la maldad de ese ser.
Sin duda ese fenómeno de cabra sin cerebro era intimidante y corpulento, ¡si hasta me saca una cabeza entera!, pero yo ya tenia experiencia con demonios delincuentes, no en vano soy mercenario cuando no hago de recadero real, por lo que no dejé que mi rostro reflejara la fuerte impresión que me había causado tanta fuerza bruta.
- ¿¡Pero qué!? ¡Ostia, coño, pero tu de qué vas! ¡Oh, vamos! ¡Ya dije que vengo en son de paz!, ¿no ves la banderita o la oscuridad cavernal te ha cegado por completo?-exclamé con toda la bordería posible-¡vamos, dime donde coño esta tu rey!
El demonio debió sorprenderse al ver que no contestaba a su provocació porque momentáneamente me miró extrañado y con los ojos como platos, aunque su expresión se recompuso casi al instante y que me dedicó una sonrisa cargada de burla y malicia.
- ya claro, pero vas armado con armas sagradas matademonios ¿no?
Arqueé ambas cejas y le mire evaluadoramente mientras sonreía con picardía. Me llevé ambas manos a las caderas, pero no para ocultar la daga, sino para dejarl bien claro que nada de lo que me dijera me iba a asustar. No temo a la muerte...
- Bueno, en ocasiones hay cabras que no captan las cosas a la primera, por lo que toca usar palitos mas afilados que los de una absurda bandera-replique con el mismo tono burlesco que él
El demonio me miró largamente uque pronto se hechó a reir sónoramente. Su cuerpo comenzó a cambiar, sin duda el tipo había decidido adoptar una forma más humana, sin embargo lo que más me sorprendió fue que que más allá de que su piel se tornara de un tono carne y que su tamaño se redujera levemente, lo que más me sorprendió de él era que su pelo del lustroso negro paso a ser rojo como el fuego y sus ojos se volvieron verdes. Pude oir como un pequeño gemido salia de sus labios, sin duda trasformarse tenía que doler lo suyo ya que "perder las alas" tenía que ser molesto e incómodo.
- ¿Una banderita?-volvió a reirse al verme con la manderita sujeta en una mano (¿Por el amor de la Madre Naturaleza, tan absurdo queda que tenga esa banderita?)- ¡Por favor, qué ideas tienen estos elfos!-cuando se calmó un poco alzó la cabeza y me miró con sus intensos ojos verdes grisáceos- ¿Dónde está el pergamino?
Cuando me cansé de que se burlara de mi me guardé la banderita en la bandolera y suspiré resignado
- Ya, es humillante, lo admito, pero mira, esto es lo único que tengo a mano-respondí mientras me acercaba a él sin ningún pudor y le sujetaba la mirada devolviendole una mas rebelde y despreocupada- ¿Pergamino? ¡Por ahí anda! Vamos, llevame ante tu rey y te lo diré-susurré con tono seductor mientras levantaba el mentón y me ponía de puntillas para estar a su misma altura
Ante mi respuesta, el demonio entornó los ojos y asintió resignado. Sonreí interiormente y me crucé de brazos espectante. Sabía que como "invitado" que era, ningún demonio tenia derecho a hacerme ningún mal a no ser que yo mismo se lo hiciera.
- Te estabamos esperando-respondió el demonio al fín- ¿De veras creías que te hiba a hacer algo?-tras esta frase pude ver como em observaba evaluadoramente, algo que no me incomodó lo mñas mínimo- Soy el servidor más fiel del rey y me pidió que le entregase el pergamino. Dámelo-al final su tono acabo siendo autoritario y amenazante
Extendió una de sus fuertes manos exigiendo que le entregara el pergamino. Interesante, sin duda me seguía poniendo a prueba. ¿Quién sabe si dice la verdad? Sin duda quería salirse con la suya, pero yo no se lo hiba a poner tan facil para conseguirlo. Mi reacción fue de lo mas tranquila: me encogí de hombros despreocupadamente y giré la cabeza en un claro gesto de decir que apartara su mano de mi persona.
- Se siente, diablillo-dije picaramente sonriendo con oscuro placer al ver como el demonio fruncía el ceño al llamarle "diablillo", palabra que clasificaba a los demonios más debiles e inferiores de todo el Infierno- Yo recibí ordenes de entregarselo únicamente a la mano de Lucifer; y, como entenderás, no se lo voy a entregar al prmer energúmeno que se cruce con mi mirada
- ¿Energúmeno?-preguntó con un exágerado tono burlesco. Sin duda estaba pasmado de mi suficiencia y de mi poca cortesía- No te culpes, se que pareces un energúmeno, pero no tienes que ir por ahí insultándote a ti mismo de buenas a primeras. Sígueme.
Abrí la boca para replicar a esa provocación, sin embargo la cerré en cuanto el se dió la vuelta y comenzó a andar por las cavernas. Más le valía llevarme por el buen camino o ya vería él energumenos.
- Me has hecho esperar mucho, demonio. Teneis suerte que soy yo, que si fuera mi difunto primo, ya os habria mandado a la mierda hace tiempo-observé pensativo meintra miraba de reojo las antorchas mágicas que se componian de un platillo que flotaba con un símbolo demoniaco rojo sostenido por una extraña piedra rojiza que emitia la luz necesaria para ver en la penumbra.
Pude notar por cada uno de los gestos de ese demonio pelirrojo, que no se fiaba de mi. Poco me importó su opinión, yo solo quería largarme de ahí cuanto antes y respirar aire puro nuevamente, ya que ese oxígeno estaba empezando a hacer daño a mis pulmones. Miré la amplia espalda del demonio que ahora me servia de guía; no hablaba, su desconfianza se lo impedia, supongo, por lo que así transcurrieron 10 eternos minutos en los que ninguno de los dos intercambió palabra. La verdad era que no se lo podía reprochar. Desde hace milenios los demonios y los elfos tuvimos una importante rivalidad: la magia. Ellos dominan la magia negra, y controlan a la perfección la parte oscura de las cosas, nosotros por lo contrario, hallamos un idioma al cual llamamos Arcano que designaba la naturaleza y la esencia de las cosas. Antiguamente nuestra magia era la más poderosa, sin embargo, hoy en día la oscuridad está más presente que nunca, sentimientos como a altividad, la rabia, el odio, la desesperación,... son los que los fortalecen haciendo de la magia negra un temible poder de dominación y destrucción del alma. Mi rey conocía el poder destructor de estos seres, por eso decidió ofrecer el pacto con Lucifer. Está seguro de que ese papel impediría al rey demoniaco tratar de crear una guerra en nuestro mundo. ¡ERROR! ¿Quién le dijo jamás que los demonios eran seres de fiar? Además, si las cosas como la paz no le interesan a Lucifer, ¿Por qué aceptó a firmar el pacto? Fruncí el ceño. Esto me holia a chamusquina.
Estaba tan absorto en mis pensamientos que no me di cuenta de que mi guía se había detenido por lo que me estrellé contra su amplia espalda. Solté un pequeño quejido y me acaricié la frente meintras le miraba mosqueado
- ¿Qué pasa? ¿Por qué paras?
EN cuanto me choqué contra el, este soltó un chasquido molesto con la lengua, sin embargo se giró y me dedicó una mirada profundamente seria que me hizo devlverle una mirada interrogativa.
- Escucha. No estás en tu casa, así que cuidado con las palabras que usas para dirigirte a nuestro rey
Se me ocurrió mirar hacia adelante y vi una puerta cerrada a cal y canto. Esta puerta estaba forjada con una mezcla entre piedra y oro y se abría con unas anillas especiales. Había estado tan inmerso en mis pensamientos que el tiempo se me había pasado volando, por lo que me sorprendí al ver lo rápido que habíamos llegado.
- Ya lo seeeeee, no te sulfuuuuuuuuures -arrastré con tono despreocupado acompañado por una sonrisa angelical.
Le aparté de mi camino y toqué la puerta con la yema de un dedo ya que pude percibir que tenía algo de madera en la cerradura. Esta, a pesar de su peso calculado probablemente en toneladas, se abrió fácilmente revelando la enorme sala semicircular del trono rocoso donde se hayaba el señor de los demonios en persona. La sala estaba completamente desierta. En el suelo se podían ver rastros de sangre reseca y un enorme simbolo demoníaco. El rey estaba situado delante de la pared del fondo, la cual se curvaba, justo en el centro de la sala, por lo que todo quedaba bien a la vista ante él. Lucifer, por lo que dicen los rumores, no tiene cuerpo fijo ya que cambia completamente cada vez que alguien entra en la sala del trono. En ese momento era un joven de unos 25 años como máximo que tenia unos cabellos tan largos que le caian por el suelo ondulandose como las lianas de los arboles... (Francamente, ¿alguna vez algún demonio vió un árbol de verdad?) dorados con mechas rojas y negras. Su piel era tan blanca como el marfil, sus ojos amarillos gatunos tan intimidantes que tuve que apartar mi mirada de ellos rapidamente, ya que inspiraban un terror reverencial. Sus ropajes eran tan lujosos como lo dictaba su posición en la piramide de clases. Él era el Dios Oscuro, el Creador de los demonios, el Primer Ángel Caído y como muestra de esto, tenia en su frente un símbolo grabado en carne viva con forma de estrella de cinco puntas encerclada rodeada de pequeñas inscripciones que no podía saber si eran demoniacas, angélicas o de alguna lengua más antigua. No tenia ningún tipo de camiseta, aunque el manto real caía por los dos lados del trono con sus plumas negras como las alas de un cuervo. Sus pantalones eran negros de una tela rica, sin duda exportada del mundo élfico, ya que podía reconocer perfectamente todas y cada una de las filigramas y decoraciones con piedras preciosas que tenia la manufactura de las decoraciones de su bordado. Sujetando esos pantalones a su cintura, tenia un lujoso cinturon de ojo con rubies incrustados cuya manufactura debía ser demoniaca debido a la cantidad de símbolos demniacos que poseia. El rey estaba acomodoado en su trono apoyado en uno de los apoyabrazos de su lujoso trono, el cual parecía un diván real hecho con piedras negras cuyo nombre desconocía mezclados con oro y rubies. Del techo colgaban miles de banderas que caían como lenguas de serpiente con representaciones de ese símbolo brillante que Lucifer tenía en la frente.
Me acerqué a él asegurándome de que mis pies no tocaran el gran símbolo del suelo y le hice una reverencía al más puro estilo élfico. Por el ravillo del ojo pude ver que mi guía se habia quedado a esperar detrás de la entrada al salón del trono. Rápidamente centré de nuevo la atención al ser que se hallaba delante mio
- Saludos, Lord Lucifer, soy el embajador de los elfos. He venido con la intención de sellar el pacto que tanto vos como nuestro rey, el Señor Ebrithil, accedieron a firmar acerca de la ayuda mútua. ¿Podría solicitar su firma, por favor?
El rey rió con una voz ronca
- Claro, para eso acepté la petición de tu rey, ¿no? Acercate, joven elfo
Sin moverse de su cómodo diván-trono, el rey del Infierno alzo una mano elegantemente indicandome que me acercara e él. Yo asentí, tratando de mantenerme serio y sereno, aunque poco a poco me iba empezando a poner nervioso. Ese ser... sentía como si pudiera bucear en mi alma buscando en lo más profundo de mi ser algún atisbo de oscuridad. Me acerqué a él y, tras rebuscar en mi mi mochilita, saqué el pergamino que contenía el pacto y se lo entregué solemnemente.
El rey lo tomo entre sus manos, en cuanto lo hizo, mágicamente la cinta se deshizo el pergamino se abrió mostrando su contenido. El rey asintió satisfecho
- Este es. ¿Necesita una pluma o algo? Mi rey ya ha firmado, solo queda Usted-expliqué yo mientras rebuscaba en la bandolera haber si podía encontrar alguna pluma
- Así me gusta: Serviciales en todo momento. Realmente tu rey piensa en todo-dijo Lucifer aprovadoramente mientras ojeaba con vago interés las palabras que habia escrito mi rey Ebrithil con su caligrafía perfecta y cursiva- Tranquilo, no será necesaria pluma alguna
Sonreí interiormente al ver que quedaba impresionado ante las atenciones que mi rey se había molestado en dedicarle y pare de rebuscar en cuanto él dijo que no era necesaria la pluma. Ante esto último, bviamente me sorprendí, aunque enseguida pense que llamaría a algún demonio para qu le diera algo de escribir. SIn embargo, eso no fue así. Se llevo el dedo indice a la boca y se hizo un quepeño corte con uno de sus afilados colmillos. La sangre que salió del dedo era negra como el carbón. Sin decir nada más, firmó el pergamino y me lo entregó de nuevo. La cinta se erró mágicamente en cuanto yo lo toqué. Sin duda el señor Ebrithil había ideado un mecanismo especial para que solo pudiera habrirlo Lucifer.
- Hecho-sentenció el rey mientras yo sonreia aliviado. Por fín me iría a casa...
- Pues ya está-dije yo con tono algo más animado y energico- ¡Ya somos todos muy buenos amigos! Si no desea remitirle nada a mi Señr Ebrithil, me iré inmediatamente
El rey me miró evaluadoramente y de neuvo sentí como su mirada se metía en el fondo de mi alma. Ni me atreví a devolverle la mirada
- Se te ve muy tranquilo... pero aún así tu alma alberga dudas. ¿No confias en las decisiones de tu rey?-preguntó Lucifer con un tono extañamente dulce y seductor
Yo fruncí el ceño y me aparté rapidamente de el y guarde el pergamino a la bandolera.
- Con todos mis respetos eso no es asunto suyo-dije con tono seco girando la cabeza y diciendo de este modo que no pensaba hablar de ese tema. El demonio rió por lo bajo y tras juntar sus dos manos apoyó su menton en ellas meintras me miraba con curiosidad e interés
- Si necesitas ayuda con ese problemilla tuyo ven aquí cuando quieras. Por ahora, si qu quiero pedirte que te lleves a mi fiel servidor Kyouichi. Está esperando al otro lado de la puerta. Quiero asegurarme de que reamente podemos ser todos "buenos amigos". Podeis marcharos.
- Claro, como usted diga
Mi tomo era sereno aunque sin duda él había visto el leve temblor que sufrió momentaneamente. Salí de la sala del trono y descubrí que, efectivamente, el tal Kyouichi me estaba esperando. Se trataba de mi pelirrojo guía.
- ¡Bueno Kyo, tronco! ¡ Que tu jefe me ha dicho que vengas conmigo! ¿Qué guay no? ¡Serás el primer demonio en desentramar los misterios de la capital élfica!-exclamé despreocupadamente mientras le palmeaba la espalda a lo buenos amigos de toda la vida
Este sin duda me fulminó con la mirada, algo que me hizo reir.
- ¿¡Qué me vaya contigo!?-exclamo el demonio mientras apartaba con asco mi mano de su espalda- Bueno, si no queda otro remedio... La verdad es que nunca he salido de estos lugares, pero por mi rey lo que sea. ¡Y no me llames Kyo!
Nos dirigimos a una caverna más espaciosa y ahí tracé un sistema simbólico suficientemente grande para que cabieramos los dos. Una vez completado, le indiqué al demonio qye se metiera con cuidado de no borrar ninguna línea y prouncié las palabras que nos llevarian de vuelta a mi hogar.
Aparecímos en un claro del bosque, muy cerca del lugar que utilicé para teletrasportarme al Infierno. En cuanto mis pulmones volvieron a sentir el aire fresco, les dejé deleitarse lo máximo posible con su rica pureza. Kyouichi, por lo contrario, se puso a toser tapandose las narices con una mano mientras lo miraba todo sorprendido. Sin duda el cambio de aire le había afectado más que a mi.
- Bueno- empecé yo tratando de romer un poco el hielo- Bienvenido al tierno bosquecito de los elfos, que mola más que las cavernas del Infierno. Por favor, sientete como en casa- dije con cara de circunstancia aunque enseguida sonreí con algo de calidez- En fin, el plan es el siguiente: Primero visitaremos a mi rey, para que lo conozcas y yo le presente mi informe sobre como concluyo todo; y luego, puedes hacer lo que te dé la gana que yo me perderé un rato por ahí, ¿Vale?
El pareció pensarse su respuesta, pero como ví que se había quedado inmerso en la cantidad de flora y fauna que había imaginé que el plan le parecía perfecto. Por ello, avancé por el bosque con paso tranquílo y desenfadado dejando que el invitado se llenara de nuevas impresiones. Él me siguió, se le veía aún algo aturdido tras el viaje. Imaginé que él era de los que no se sentian bien con los cambios, así que aún tardaría un poco en digerir su nuevo entorno... y las normas que tendría que seguir para que esto se mantuviera tan pacífico como siempre. Nos mantuvimos en silencio durante unos cinco minutos, hasta que pronto escuché su voz:
- Bien, ¿Cómo te llamas?-me preguntó sin rodeos- a mi llamame como quieras, pero me llamo Kyouichi
Yo le miré de reojo, ya que andaba delante de el y sonreí levemente
- Soy Terra-fue mi respuesta, aunque enseguida añadí- Por cierto, yo de ti no me perdería, este bosque es muuuuuuuuuuy diferente de noche que de día
Continuamos andando, él no parecía muy aludido por mi advertencia ya que le noté tan tranquílo como antes, aunque el aturdimiento suyo ya se había convertido en curiosidad. EL aire fresco sopló sobre los arbustos y ls altas copas de los verdes árboles. Entonces, empzaron los movimientos "extraños". Por entre las hojas de los arbustos pude ver de reojo una especie de puntos amarillos o rojizos de lo que sin duda eran los ojos de las hadas de la noche. Además, normalmente, por estos lugares bastante oscuros, en los que las ramas y las hojas de los enormes árboles casi tapaban el cielo y los rayos del brillante sol, abundaban los espíritus de los árboles. Estos normalmente eran benevolos, al menos con los elfos, aunque de vez en cuando atacaban y gastaban bromas a aquellos que parecían asustados de la oscuridad. Yo ya estaba acostumbrado a este tipo de paisaje pero, ¿Y Kyo?
Giré la cabeza y le miré de reojo tratando de que mi curiosidad no se notara tanto. Él habló nuevamente, aunque su tono volvia a ser tan burlesco como cuando nos conocimos:
- Tranquilo Territa, no me piendo perder. Y si lo hago, sé volver a casa. No soy el fiel servidor de mi rey por sorteo-ignorando todas los ojos que nos miraban desconfiadamente, Kyouichi se puso a mi lado. Sonreí levemente, tal vez seguía intimidado- ¿Tu reino élfico está muy lejos?
Ante su pregunta me heché a reir sin poderlo evitar
- ESTAMOS en el reino élfico-dige con una media sonrisa pintada en el rostro- pero pronto llegaremos a la captital.
La flora cambió un poco en cuanto llegamos a un barranco tan profundo que la niebla que tenía en cierto nivel impedía ver el final. Sin embargo, para cruzar ese barranco, había un larguísimo puente de mármol blanco recubierto por molsas, lianas caidas y enredaderas. Ese puente era estaba perfectamente fusionado con el entorno arbóleo de modo que llegaba a parecer hasta natural. Al ver la finez de ese puente que yo solía atravesar con total normalidad reí de neuvo imaginando que mi acompañante se cagaria de miedo. Me gir´y e crucé de brazos poneindo una expresión de importancia
- Ve con cuidado, diablillo-le avisé con burla mientras cruzaba con mis habilidades felinas y acrobáticas- un paso en falso y te la cascas como un huevo crudo contra el suelo
El demonio pareció no haberme oido ya que miraba fascinado el paisaje que nos rodeaba. Sn duda se el veía encantado con lo que veía. Avanzó un paso hacia el puente y se puso a caminar trs mis pasos, teniendo estremo cuidado de no resbalarse.
- Este sitio...-jadeó cnteniendo el aliento para sentir mejor la tranquilidad que nos rodeaba- este sitio es muy bonito...
Al escuchar esas palabras, me giré bruscamente y le miré con los ojos desorbitados de sorpresa. ¿Un demonio al que le gustaba la vida y lo verde? Siempre pensé que ellos odiaban las plantas, odiaan los animales y los insectos y sin duda les gustaba destruir.
- ¿En- Enserio? Bueno, si tu lo dices...- me encogí de hombros y retomé el camino tratando de mostrarme tranquilo y despreocupado
Sin embargo, el no me siguió. Pude notar su mirada ardiente en mi nuca. Me gir´nuevamente y le devolví una mirada serena e indescriptible.
- ¿Qué pasa, no puedo decir que algo es bonito?-me replicó secamente- Ah, es cierto, los demonios siempre somos los malos, ¿no?
Le sostuve la mirada durante un rato. Esta vez no supe que responderle por lo que, tras decidir que el silencio era la mejor respuesta, seguí caminando por ese puente tan resbaladizo como la piel de una serpiente. Cuando al fín acabamos de cruzar ese puente, llegamos a un enorme y grueso árbol. Este arbol no tenia hojas, ya que sus ramas estaban cortadas, sin embargo, tenía unidas unas lianas que conectaban el bosque al resto del arbol. El tronco tenia tanía tanta vegetación que parecía estar completamente recubierto de verde, aunque en realidad aún se podian distinguir zonas en las que la madera era perfectamente visible. Otra de las posibles curosidades de este árbol era que estaba lleno de puertas talladas en su mismo tronco. Nosotros atravesamos la primera.
- No te creas que esto es su palacio, tan solo es la entrada a la capital élfica. Por si a alguien se le ocurre la brillante idea de conquistarnos, digamos que es una especie de mecanismo de defensa, ya que, básicamente, esta es la única entrada accesible debido a que la capital este rodeada por un profundo barranco de los de caida al vacio. Así pues, por tierra, los ejércitos enemigos primero tienen que pasar el puente, y si lo pasan, por aquí hay otro aún más largo y resbaladizo-le informé como si nada- Por aire es aún más complicado de entrar. Yo no tengo alas como tu, pero tengo claro que para aterrizar teneis que buscar un claro, porque si se os rasgan las alas lo llevais chungo. ¿Me equivoco?
Todo el lugar mostraba quietud y silencio, roto de vez en cuando por algún que otro pájaro salvaje que volaba sorteando hábilmente los troncos de los arboles. Toda la zona parecia ser una inmensa cúpula en la que los largos y finísimos árboles se curvaban para extender sus ramas y sus hojas hacia el cielo, como si lo taparan todo con sus enormes brazos. Kyouichi se quedó absortos al ver esos pájaros. Eran rojos como el fuego, de plumas largas que mostraban colores salvajes. Sus picos eran largos y curvados y sus grandes ojos negros lo observaban toco con vago interés mientras curbaban levemente sus largos cuellos. El ruido que emitían era semejante al trino de una gaviota, aunque más fuerte y potente. Imagino que el demonio no había atendido del todo a mi explicación d eeste lugar, pero no me importó. Poco a poco comenzaba a desear que se deleitara con más y más de nuestras maravillas y quería mostrarle la verdadera belleza de un mund del que brotaba vida de todos los rincones. En cuanto esos pájaros se hubieron marchado fuera de nuestro campo visual, frunció el ceño y me miro de reojo tratando de prestarme atención, sin embargo, lo que ahora reclamó su atención fueron unas flores de color violeta intenso. No eran muy grandes pero sus pétalos se abrían magestuosamente mostrando su belleza interior. Una era la que sobresalia de entre el resto abriendose al público e invitandoles a tocarla y, bajo ella, habían unas cuantas florecitas pequeñitas que sin duda debian de ser más jóvenes. Kyo se agachó y tocó la más grande con un dedo, sin embargo esta se cerró bruscamente antes de abrirse tras unos dos segundos con algo más de tranquilidad. Yo rei por lo bajo, pero no de burla, sino calidamente. Disfrutaba viendo como intentaba percibir la belleza que yo trataba de mostrarle. CUando finalmente llegó hasta la puerta, la cual mantenía abierta para que él pasara, el demonio asintió trtando de mostrarse poco impresionado.
- Si, las alas son muy sensibles, pero no creo que nos fuera muy dificil aterrizar por aquí. Después de todo, estamos entrenados para eso-me respondió con tono seco antes de pasar por esa puerta
Yo negué levemente con la cabeza y señale las copas de esos árboles, los cuales casi qu lo sumían todo en la oscuridad.
- Son plantas venenosas. Algunas tienen un potente veneno en sus ramas y hojas, otros tienen halucinógenos en potencia. Si te cortas o te arañas con alguna de ellas sufres el veneno o la droga, y te recuerdo que abajo está el barranco. Si vas a volar por esta zona me gustaría que lo tuvieras en cuenta-dije serio antes de cerrar la puerta con cuidado
- Me lo apuntaré-afirmó mi acompañante- Aquellos árboles: "Caca"
Al oir eso le miré de reojo aunque me limité a negar con la cabeza y seguir caminando. Dentro de ese gran tronco reinaba la oscuridad más completa, sin embargo, los elfos habíamos pensado en todo, ya que de todas las paredes y niveles de ese tronco colgaban unas antorchas decoradas con motivos hogivales y florales en las que danzaba un fuego mágico. En este entorno alejado del mundo exterior y la uz solar, se hayaban las plantas más sorprendentes con los frutos más salvajes que se pudieran imaginar. Sin duda debían ser prehistóricas, debido a su antiguedad y la extrema protección y cuidados que los elfos les brindabamos. Todo seguía en calma, aunque el chasquido de una rama delató a unafamília de lagartijas de colores rorados con crestas azules. Kyo contempló las lagartijas lárgamente aunque su mirada percibió el aleteo de un par de mariquitas amarillas, ya que sonrió levemente.
- Vaya sitio para vivir...-comentó
Cuando dijo eso giré la cabeza y le miré con curiosidad, tratando de percibir los sentimientos que le inundaban, sin embargo solo pude notar la curiosidad y el mismo interés que había mostrado al principio de esta excursión. El demonio se acercó a mi mirandome espectante, quería continuar viendo cómo era el mundo élfico.
Las plantas parecían cobrar vida a medida que pasábamos y, en ocasiones, parecía que se movieran. Eso pareció intimidar un poco a mi "turista", ya que tragó saliba y apretó el paso. A simple vista podríamos decir que todas las zonas del bosque estaban sin vijilancia, pero eso no es así. Tanto ls elfos como las dríades sabemos fusionarnos con la naturaleza convirtiendola en el escondite más perfecto del que se pudiera pensar. Además, las plantas también nos avisaban si sentian la presencia de algo extraño, aunque para ello nosotros tenemos que estar en contacto con cualquier tipo de vegetación.
Pasado el tronco y tras salir por la puerta del fondo, aparecímos, como ya avisé antes, a la entrada de otro puente que era más fíno y con más maleza que el anterior. Cuanto más nos adentrabamos en el bosque, más incómodo me sentía. Estar rodeado de la naturaleza, mi elemento, y pensar que no puedo sentirlo bajo mis pies me apenaba. Miré de reojo a Kyouichi, quien atravesaba el puente con extremo cuidado levantando ambos brazos hasta el nivel de los hombos pra asegurarse un control de equilibrio mejor. Al final suspiré y, ya llegado a un lugar cerca de la mitad del puente, me agaché y me quité las deportivas y los calcetines que tanto me oprimían. Las deportivas las tiré por el barranco, no me importaba ya que tenía otras de repuesto en casa. Cerré los ojos y sonreí al sentir el frío mármol bajo mis pies aunque me giré casi al instante y miré a Kyouichi, esperando algún comentario irónico por su parte. Sun duda él debía estar más acostumbrado al calzado que yo, pero me sorprendió comprobar que él tambien se estaba quitando su calzado. Sonreí levemente y le ayudé a mantener el equilibrio mientras lo hacía. Seguramente solo me estaba imitando, después de todo, yo soy el que más sabe de este bosque. En cuanto terminó continuamos la marcha. No quedaba mucho por recorrer, tan solo la mitad del puente, por lo que me apresuré. Con los pies descalzos, obviamente, yo era más ágil y mis movimientos fluidos se asemejaban al caudal de un río que deslizaba como una elegante serpiente del bosque. Mis dedos y mis plantas de los pies se ajustaban a la perfección al más mínimo brote de maleza. Pude notar la mirada de Kyo en mi nuca pero esta vez no me detuve. Sabía que él no tenía ningún problema ya que podia percibir los cuidadosos pasos que daba y la rozadura extremamente leve, casi como una caricia, que hacían las plantas contra sus pies. Pasado un poco más de la mitad del puente, el camino se estrechó de tal modo que era del grosor de un pie, por lo que había que tener más cuidado.
- ¿Vas bien, Uichi?-pregunté algo preocupado por que no pudiera mantener mi ritmo
El no dejaba de sorprenderse mirando su alrededor, aunque de reojo ya que el 90% de sus sentidos estaban fijos en el camino, y podía oirle murmurar cosas como "sorprendente" o "increible". En cuanto escuchó mi pregunta se encogió de hombros despreocupadamente y me dedico una mirada divetida
- ¿Qué si voy bien? ¿Por qué no debería ir bien?
Me sorprendí ante su despreocupación aunque recordé que si él caía, siempre podía trasformarse y desplegar sus alas. Aquí losárboles no le molestaban.
- No se... Esto es muy diferente a tus cavernas. Si te sientes incomodo o tienes algún problema me lo dices y veré que puedo hacer para ayudarte
- Si, es diferente, pero me da igual. Sobreviviré. Además, si me siento incomodo no podrás hacer nada por mi. O acaso me llevarás en brazos?- bromeó mientras me sonreía amigablemente
Eso me hizo reir, por lo que mi risa resonó tan cantarina como el trino de una de esas aves salvajes tan bellas que hay en mi mundo
- Lo siento, pero no acostumbro a llevar cabras. Si eso, se lo pediría a una planta carnívora-bromeé a mi vez
Parecía comos i se hubiera roto un extraño hielo entre los dos, algo malo. Tenía que cambiar eso como fuera, no debo dejar que a ese demonio le caiga bien, ni a él ni a nadie.
Una serpiente pasó por el puente, era una cobra bonita pero letal con sus colores salvajes bien a la vista, algo que la hacía aún más intimidante. Aún así, yo la pasé sin molestarla. Sabía que no me haría ningun daño, después de todo soy un elfo y tanto animales como plantas saben que somos amigos de la naturaleza. Kyouichi, sin embargo, si que se asustó al verla, pero pareció recuperar algo de confianza al ver que yo pasaba sin Problemas. Él hizo lo mismo, aunque sus pies temblaban un poco. La serpiente siseó molesta fulminandole con la mirada pero siguió su camino. Ella en realidad era un centinela que atacaba si sentía que la persona venía con intenciones nefastas o si alguien la molestaba.
- Un bicho curioso... -comento Kyouich mirando como se marchaba la razón de su susto inicial
- Eso era una cobra. Es un tipo de serpiente muy venenosa-expliqué sin saber bien si había cobras o cualquier otro tipo de serpiente en el Infierno- Es hembra y cerca de aquí estan sus crías, que aún son huevos, por lo que las protege de agresores. Gracias a que puso aquí sus huvos tenemos claro que vigilará este lugar
Kyouichi asintió, se le veía interesado de verdad. Eso me gustó ya que no había nda más agradable que que ver el interés de una persona
- Cobra... Lo tendré en cuenta
Finalmente llegamos al final del puente. Lo que nos recibió fueron las ruinas de una contrucción muy antigua. Era una gran pared de mármol. A pesar de la gran cantidad de tiempo que había pasado desde la época en la que se construyó y de la cabtidad de lianas y enredaderas que la habían recubierto, esa construcción seguía manteniendose lo suficientemtne cuidada para que el tiempo necoirtiera o n polvo su memoria. Detrás de esa construcción ruinosa se hayaban dos áboles de tamaño colosal. Sus troncos eran tan gruesos y antiguos que hasta se podian ver sus enormes raices sobresalir del suelo dividiendose en miles de raices más pequeñas. Miré a esos arboles con melancolía, notanco como mi alma se hundía en un mar de emociones y sentimientos que ni yo mismo podia describir
- Ya estamos cerca, esta es la entrada a la capital-murmuré con un tono entre triste y sobrecogido
Este lugar... Estos árboles... Siempre me habían causado una gran impresión. Kyo abrió mucho los ojos y la boca. Sus manos se movían inquietas y enérgicas, gesticulando exageradamente como si estuviera tratando de hayar la forma de expresar su sorpresa y fascinación por el lugar. Eso me hizo sonreir aunque la sonrisa quedó congelada en mi rostro al ver como la expresion del demonio pasaba del asombro al miedo
- Este sitio... -tragó saliba- He soñado con est sitio-dijo en un murmuro apenas audible.
Giroyamililith18 de agosto de 2012

5 Comentarios

  • Valentinenightmare

    Aun no lo he acabado, pero me esta gustando mucho, mi linda cabrita *-* eres una gran escritora, deberias dedicarte a ello n.n

    18/08/12 07:08

  • Giroyamililith

    omg graacias >-< me legro de k lo veas asi n.n
    y esto es el capitulo 1 eh? un total de 16 paginas word 8D~
    y le echo unos 5 capitulos minimo a la istoria esta :3

    18/08/12 07:08

  • Valentinenightmare

    Ya ya jajajajajaja seria una buena historia para hacer un libro *-* yo seria el primero en comprarlo jajajajaja

    19/08/12 12:08

  • Giroyamililith

    ya,... pero es yaoi >.< aunk siempre podria hacer k terra sea chica xD
    ya te lo has leido?

    19/08/12 12:08

  • Giroyamililith

    gracias democles >.< me alegra leer eso.
    Este 1er capi ocupa 16 folios de word xD a esperar medio año a que escriba el capi 2 8D

    19/08/12 11:08

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