Echo de menos el tiempo pasado, el tiempo en el que podía verte, oirte… tocarte.
Echo de menos tu sonrisa y tus ojos azules, echo de menos tus bromas, tu voz.
Echo de menos el saber que al llegar de donde quiera que estuviese tú, me estarías esperando.
Antes, ni me daba cuenta, sabía que estabas ahí todos los días, sabía que siempre te iba a ver, que siempre tendría uno de tus abrazos nada más entrar por la puerta, sabía que iba a poder contarte cualquier tontenría que me hubiera pasado y sabía que siempre me la escucharías hasta el final. Lo que no sabía era que esto no iba a ser eterno, que algún día, quizá no muy lejano te terminarías yendo. Quizá siempre lo había sabido, pero siempre trataba de evadirlo.
Al final ese quizá, fue un si, y te fuiste. Para mi se acabo el mundo, no te podía ver, oir…tocar. Lo único que me quedaban eran recuerdos, momentos vividos y una mezcla de sentimiento y dolor con el que tendría que aprender a vivr, tenía que empezar un nuevo camino, siempre contigo dentro de mi, pero sin ti a la vez, un camino difícil, con muchos obstáculos, sin tu protección, sin tus historias, tus frases, tus dichos, sin una persona que fueran las que fueran las circunstancias, siempre iba a estar ahí diciéndome: sigue, no pasa nada. Es un nuevo e intenso camino, un gran mundo desconocido, contigo en mi pero sin ti a la vez.
Pasan los años, y uno, se hace mayor, se va dando cuenta de que no sabes lo que verdaderamente te importa hasta que lo pierdes y te das cuenta de que esas cosas son las que te llenan, son cosa de las que aprendes, cosas con las que te vas formando y llegas a ser una buena o mala persona. Ahora lo que me queda es ir viviendo día tras día, valorar lo que tengo y lo que me hace feliz, y tratar, por todos los medios, no perderlo. Así voy pasando los años y recuerdos, simples pero inolvidables, me invaden. Sentimientos, alegres y bonitos, me llenan y experiencias, buenas o malas, me hace ser mejor o peor persona.

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