Zig zag zig zag, corren las cuentas jalan las cuerdas, ensarto una, dos, tres, de cerámica son, Zig zag zig zag bajo las palmas con el sol en las manos, cae una gota de sudor sobre una cuenta, la humedece se oscurece- mi esencia para la buena fortuna del que la lleve- pienso; la plaza se llena, los museos, el paseo artesanal, el Ateneo, volutas y espirales de blandos aromas, resinas, saltan corta distancia, sándalo, canela y jazmín generosos desde el paño de José Salazar hermano de oficio. Caracas joya capital, sucursal del cielo, racimo de luz, flamea mi abundante cabellera amarilla. Chamo, ¡Que cosa tan primorosa! la primera exclamación matinal me roba la atención, entre los pelos veo la que me dejará los primeros billeticos para el desayuno, ¡Dime chama! ¿Que te ha gustado? ¡Todo, todo! pero esa tobillera en especial ¡Es linda!... Acércate, me parece que ya es tuya... pon el pié derecho sobre mi rodilla izquierda nenita, vamos a bailar- ¡Perdón a probar!- le digo con picardía y como si comienza la danza ella sonríe, curva ligeramente el torso apoya una mano en mi cabeza, clava ligeramente las uñas pétalos carmesí, alza la pierna y posa el pié de más uñas pétalos carmesí y una vez más inicia el ritual, con imperceptible tacto rodeo con la tobillera la nacarada extremidad de agraciada textura, tan hermosa como su dueña; ya cerrando el broche de plata y el negocio se cuela una miradita furtiva más arriba del borde de la falda y ¡Dios mío! que piernas, momento mágico, breve, cruce de miradas, algún candoroso sonrojo, de acuerdo ambos y ella con su prenda, y yo con todo lo grato que me da la vida. La chica paga satisfecha agregando- ¡Volveré por otra! y se mimetiza entre los andantes.
¡José! cuídame el paño que voy a comer, rapidito vuelvo.