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La Hórrida Suerte

He tocado el duro y frío fondo, lo he sentido en mis manos, mi espalda, mis piernas y mi alma. Es ciertamente tan espeluznante como cuentan, aunque también es cierto que no es lo mismo imaginarlo que vivirlo. Ahora que lo he admitido, sólo me queda decir que el retorno al mundo de la felicidad moderada no me ha resultado tan agradable como esperaba. Es como si toda la tristeza y la desesperanza se hubieran quedado adheridas de alguna forma a mi esencia, de manera que ahora me acompañan perpetuamente y se han convertido en mi seña de identidad, mi firma. Supongo que no estaba preparada para volver a albergar en mi la dosis de esperanza y alegría natural de una persona, como ya he dicho antes, de esa inmensa mayoría moderadamente feliz. Ahora tengo que aprender a vivir así o mantener la esperanza de que a alguien como a mi le puede pasar, aunque sea una sola vez, que tenga suerte, que se le cumpla un sueño, un deseo o una petición. Yo sólo quería mi dosis de suerte.
Katewho03 de diciembre de 2010

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