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-yo Maté a Jimmy

Todo sucedió en un enfrentamiento acordado entre los “Riazor Blues” y el “Frente Atlético”, en el curso de un partido en el que se enfrentaban los dos equipos de ambos grupos radicales.
Jimmy formaba parte del “Riazor Blues”, quien encontró la muerte a la vera del Manzanares. Yo no quería matarlo, pero me dí cuenta de que había sido yo al oir que tenía el bazo reventado. Le golpeé ahí con unos nudillos americanos.
Hablaron de cuatro autores, pero el golpe fatal se lo dí yo.
La culpa fue de las drogas que habíamos consumido para la pelea.
Íbamos muy animados.
Y además yo también ayudé a tirarlo al río.
Seis años de internamiento y dos de libertad vigilada le han caído a los que me ayudaron a arrojarlo al agua. Pero el bazo se lo reventé yo.
Yo soy el máximo responsable del fallecimiento.
Pero no me dan pena los coautores. Que muerdan barrote, aunque será en un centro de internamiento para menores, debido a su edad.
Y yo sé quien fue el testigo el testigo protegido que ha cantado. Acababa de fumarme unos petas con él. Y el sabía de mi culpabilidad, pero me protegió.
Lo que si es seguro es que mi vida va a cambiar.
Ya no más fútbol.
Ya no más droga.
Ya no más violencia.
Lo que más me preocupa en este momento es que me hayan amenazado los “Riazor Blues”:
“Sabemos que has sido tú. Y lo vas a pagar”, me dijeron en una nota que dejaron en mi buzón.
Y yo, de momento me voy a vivir a Madrid, donde buscaré curro en lo mío: Carretillero. Lo demás ya se verá.
Lo que es cierto es que desde ese fatídico día el miedo y la violencia viven en mí.
Kikovacanillas17 de febrero de 2016

2 Comentarios

  • Polaris

    Yo mate también a un hombre, en diferentes circunstancias, yo no te juzgaré, ya lo has hecho tú, la sociedad te ha condenado y el miedo que sientes es tu pena.
    Solo he entrado a decirte que te perdones a ti mismo, ese es el único perdón que existe, el tuyo, si no te perdonas vivirás condenado el resto de tu vida, perdónate pero no olvides.

    Yo le volé la cabeza a un hombre con tres balas del calibre 7, 65 y no hay día que no me acuerde de él, pero decidí perdonarme a mismo, y no dejo que nadie me juzgue por lo que hice, todas las guerras son estupidas, la tuya tambien, en las guerras mueren hombres con causa justa y sin ella.

    El esta muerto y tu estas vivo, haz algo con tu vida que merezca ese error, o de lo contrario tu vida no tendrá sentido, como no la tenia la de él.

    Suerte, te deseo la mejor de las suertes.

    Pol.

    18/02/16 01:02

  • Polaris

    Esta fue mi historia, léela, espero que te ayude en algo.

    Un saludo y vaya por delante mi respeto por haber hecho tu confesiòn.


    Pol



    A Kicovacanillas:




    Que se siente al matar a otro hombre, que se siente al acabar con su vida.





    Desde que murió mi amiga Maitetxu alguien de esta página, que supongo conmovida por mi dolor, ha estado acompañándome durante largas horas, en charlas profundas y sanadoras, por lo que se refiere al dolor y a la cual agradezco profundamente sobre todo por haber aliviado la sensación de soledad de la cual estaba prisionero, ella me ha dedicado un tiempo maravilloso, en el cual hemos compartido nuestras mutuas miserias, pues esta persona, que también sufrió la perdida trágica de un ser querido, durante todo este tiempo ha hecho que ese dolor tan profundo fuera menos dolor, y por ello reitero mi agradecimiento de la forma más sincera.

    Ella no quiere que se sepa su nombre, y yo voy a respetarlo como no puede ser de otra manera, ella es una profesional de Psicología infantil y supongo que para una profesional de la psicología ha tenido que ser sumamente interesante escuchar todas mis vivencias, sobre todos las estresantes durante mi estancia en el ejército y a posteriori durante mis compromisos humanitarios en diversas partes del mundo.

    Cuando dos seres humanos se cuentan la vida, hay dos formas de hacerlo, una es de forma sincera y la otra es con subterfugios, nosotros dos, hemos sido sinceros desde el primer minuto, yo he llorado con su dolor, que es muy grande, y ella que es más fuerte que yo, aunque no ha llorado, ha sufrido con mi sufrimiento y padecido por él.

    Cuando se empuña un arma en una guerra, no necesariamente se ha de matar a alguien, cientos de mis compañeros de armas realzaron sus servicios en Bosnia y no tuvieron que disparar una sola bala, cuando le cuentas tus vivencias a alguien sobre una guerra, supongo que las preguntas inherentes y que se hacen necesarias son:

    ¿Has matado a alguien cara a cara? ¿Qué se siente al matar a otro hombre, que se siente al acabar con su vida?

    Supongo que el relato de mi vida allí en Bosnia, llevo indefectiblente a esta mujer a formular estas preguntas, a las cuales, yo tuve que responder de forma afirmativa.

    Si, tuve que matar alguien, tuve que acabar con su vida, ella me pido que se lo contara, me dijo que lo llevaba metido tan dentro, que me hacia daño, que tal vez si lo contaba sentiría aliviar ese peso, yo no lo creo así, pero voy a hacerlo, voy hacerlo porque ella me lo ha pedido y porque tal vez alguien pueda sacar alguna conclusión de todo aquello que me toco vivir.

    Han pasado ya dieciocho años de aquello, había pasado la Navidad confortablemente en el destacamento de Medjugorge., habíamos recibido la visita de varias autoridades del ministerio y la cena no estuvo mal, la navidad empezó conectado una tele para ver el sorteo de navidad y el Coronel me dijo que el día 26 tendríamos que escoltar a un tipo que las autoridades locales de Blatnica habían detenido y traerlo a Mostar.

    Aquella mañana hice lo que solía hacer todas las mañana, ese ritual de aseo que incluía afeitarse, recuerdo que aquel día me afeite por que me pegue un corte importante, y me salio abundante sangre, cogí un cigarro y le quite el papel, era un truco que me había enseñado mi tío Jeremías, no era muy ortodoxo pero que funcionaba. Después del aseo, salí al parque donde teníamos los vehículos, aquel día llevaríamos un Uro Vamtac Rebeco, nosotros los llamábamos “un 4 cabras” para abreviar, era como Hummer, pero a la española, estaba blindado y con el frío le costaba ponerse en marcha.

    Conseguí arrancarlo, me aderece, me puse el chaleco antibalas, me coloque el casco azul de UNPROFOR y revise todas las armas, por aquel entonces usábamos el Cetme de polímetro verde, pero aquel trasto solía atascarse bastante, por lo que no confiaba en él, en su lugar llevaba un G3KA4 con mira, de origen Alemán que habíamos aprendido hacia ya tiempo en una patulla.
    Mi compañero, al cual apodábamos “Cacho” (por Fermín Cacho el medallista de marcha olímpico) llego en perfecto orden de revista, era de Ólvega, un pueblo de la provincia de Soria, y había quedado en segunda posición en las competiciones que organizaba el ejercito de tierra en la competición de 3000 metros obstáculos, era un tipo afable, muy castellano, no le gustaba hablar mucho, pero era alguien en el cual se podía confiar.

    Durante el viaje se puso a limpiar su fusil, al igual que yo no confiaba en el fusil reglamentario Cetme, y tenía otro que habíamos obtenido durante un apresamiento en una patrulla anterior.
    “Cacho”, era un maniaco de la limpieza, tenia un AK 47 de origen chino, con la culata plegable, la había desmontado y hecho cromar en un taller en Mostar, limpiaba el pasamanos con cera, y el cromo de de la culata con un algodón mágico de aquellos de sacar brillo, le encantaba hacerlo, le gustaba tanto limpiar los fusiles que siempre limpiaba el mío, era la ostia, lo desmotaba hasta la ultima pieza, le ponía un aceite especial de grafito, muy sólido, que costaba una pasta, cuando se disparaba un arma limpiada por él, se notaba.

    Arribemos al lugar, había dos vehículos más de UNPROFOR y después de charlar un rato con ellos, me condujeron a donde estaba el tipo, no era una cárcel, era como un cobertizo, y allí estaba aquel tío, tenia las manos agarradas con una brida de plástico, uno de los italianos entro para levantarlo y sacarlo fuera de allí, recuerdo su cara, la expresión de sus ojos cuando salio al aire libre, el dolor que le produjo la luz en los ojos, había gente del pueblo alrededor de los vehículos, una vieja con una pañuelo a la cabeza, al pasar a su altura le escupió, empezó a jurar en arameo y hablar rápido, mientras inqueria con los brazos al aire.

    El italiano saco un cuchillo para liberar las manos y ponerle unas esposas, y aquel hecho estúpido, cambio mi vida, antes de que intentara decirle que no lo hiciera, aquel mal nacido empujo a los dos “Espaguetis” y comenzó a correr. Iniciemos una persecución, yo grite a “Cacho” como un poseso, pues lo había perdido de vista, pero de pronto me rebaso por la izquierda como si fuer un misil, el reo corría por entre unas calles pequeñas y giraba a cada esquina, si hubiera corrido en línea recta, “Cacho” lo hubiera cogido, llego un momento en el que mis pulmones dijeron basta y me detuve, “ Cacho” había soltado su fusil, supongo que pensó que debía pesar mucho para la persecución y se desentendió de él, lo encontré tirado en el suelo, allí en medio de aquella callejuela, había dos niños mirándolo, al llegar yo, se retiraron, pensé que aquel arma podría causar una desgracia, y le quite el cargador, tire de la palanca del carro y saque la bala de la recamara, había un canalón alto a mi derecha y eché allí las tres cosas, bala cargador y fusil, me dirigí a los crios y le indique con el dedo el símbolo de silencio, los dos levantaron el pulgar en señar de acuerdo, y les pregunte como puede por donde se habían ido, uno me cogió de la manga y me condujo por una callejuela y me indico con la mano hacia un descampado, les dije que se quedaran allí, y en ingles que se fueran a casa.

    Tuve suerte, aquellos niños conocían bien el pueblo, y supongo que intuyeron que aquella carrera conducía inevitablemente a aquel cercado, y cuando me asome a campo abierto, encontré a los dos corriendo, “Cacho estaba a punto de darle alcance”, yo atravesé una cerca de alambre de espino, y me puse el fusil al hombro, recuerdo que esta muy cansado, jadeaba, y no hay nada peor para disparar que eso, abrí la tapa de la mira telescópica y enfoque con el visor a aquel tipo. Lo tenia en la retícula cuando “Cacho” le dio alcance, recuerdo que baje el fusil para ver que pasaba, avance corriendo para estar más cerca, todo parecía ocurrir a cámara lenta, me paré porque no podía más, hacia un frío que pelaba, el vao salía de mi boca y el aire frío parecía querer hacer estallar mis pulmones, cuando alce de nuevo la vista, observe que aquel mal nacido, cogía una piedra y golpeaba la cabeza de mi compañero.

    Apunte de nuevo el arma, mi amigo estaba inmóvil, allí en el suelo, yo estaba a una distancia de unos cincuenta metros, ligeramente elevado sobre la perpendicular de ellos dos, estaba comenzando a nevar débilmente, tenia aquel maldito bastardo en la mira, era un tiro fácil, mi única preocupación en aquel momento era en estabilizar mi respiración, pensé en hacer un tiro de advertencia, pero no lo hice, me quede observándolo a través de la mira, cuando el muy hijo de perra se irguió, vi una pistola en su mano, era la pistola de “Cacho”, una Llama M 82, intuí enseguida, por la forma de coger el arma que no entendía mucho de ellas, porque le llevo algún tiempo quitar el seguro, pero al fina al lo consigo, yo lo tenia en todo momento en el punto de mira, bien centrado, la retícula estaba en el centro de su cabeza había conseguido serenarme y acompasar mi respiración, de repente apunto el arma al cielo y disparo, aproveche ese instante para fijar la retícula de la mira en su brazo, aquel desgraciado lo bajo y pude ver claramente como se disponía a disparar a mi compañero, no dude, apreté el gatillo, tenia el selector de disparo en la posición de tiro a tiro, el silencio se interrumpió, el estruendo del disparo, despertó el letargo de algunos perros del pueblo, estos ladraron, recuerdo que quite el ojo de la mira y baje un poco el fusil, por alguna extraña circunstancia quise ver con mis propios ojos que había sucedido, y no através de la mira telescópica.

    Di en el blanco, me di cuenta porque de su mano colgaba un hilo de sangre, al impactar la bala, hice que soltara la pistola, esta cayo al suelo, pensé que todo había acabado, pero me equivoque, él, giro sobre si mismo, y recogió la pistola del suelo con la mano izquierda, automáticamente volví a poner el ojo en la mira y fijarlo en el visor, recuerdo que el muy hijo de Satanás dio unos pasos en mi dirección y se río, puede ver perfectamente su sonrisa através de la mira, cuando entonces volvió a levantar la mano, disparo, efectúo tres disparos en mi dirección, todos quedaron cortos, pude ver como uno de ellos levantaba un poco de tierra a unos diez metros de mi, fue entonces cuando efectúe otro disparo, este impacto en su hombro derecho, pude verlo con claridad, el impacto hizo que se tambaleara hacia atrás y cayo al suelo.

    Sin apartar la mirada avance unos pasos, cuando me detuve de nuevo, lo hice porque se estaba levantando del suelo, tuve una sensación de angustia enorme, quería que todo aquello acabara y que aquel tipo se levantara no era la mejor de las noticias, volví a apretar el fusil contra el hombro y a fijarlo en el visor, aquel desgraciado volvió a empuñar el arma, pero esta vez se dirigía a mi compañero, “Cacho” seguía inmóvil en el suelo, el sujeto dio unos pasos, se tambaleo un poco, llevaba el arma apuntando al suelo, y dentro de mi, me dije a mi mismo, halandome, que no la levantara, pero aquella mañana, el “Altísimo” no escucho mis suplicas, lentamente subió el brazo, y solo al iniciar la maniobra, cambie el selector de tiro a la posición de ráfaga, y dispare.

    Salieron tres balas del fusil, lo tenia perfectamente encuadrado, el centro de la retícula estaba apuntando en su oreja, hasta entonces en mi vida no había echo muchas cosas bien, tal vez la única que sabia hacer bien era disparar, había crecido entre cazadores, mis dos tíos, Jeremías y Jesús habían estado en la guerra, había mamado desde pequeño todo ese mundo de las armas y se me daba bien, y aquel día mi puntería no me fallo, el tipo cayo fulminado, los casillos fueron a caer sobre un piedra, el clinquineo de los mismos se me quedo grabado en la mente, por la bocacha salio un humo blanco prominente que durante un segundo me impido ver através del visor, avance sin despegar el ojo del visor, avance lentamente hasta que al final estuve a dos metros de él.

    Estaba muerto de miedo, recuerdo que tenia la boca seca, me quite el casco, lo deje caer al suelo, tenia una presión en el estomago y en el pecho que casi me impedía respirar, a mi mente vino una travesura que hice de pequeño.

    Cuando tenia 8 años mate a una golondrina con un tirachinas, en mi época y más en Salamanca, las golondrinas eran sagradas, unas señoras que me vieron, se lo contaron a Don Braulio, que era el cura del pueblo y este me llevo a la sacristía y empezó a tirarme de la oreja, recuerdo sus palabras en mi mente, como si fueran martillos que te golpean:

    “QUIEN TE CREES QUE ERES TÚ, PARA MATAR UNA CRIATURA DE DIOS”

    Aquellas palabras resonaron en mi mente, fue entonces cuando me di cuenta lo que había hecho, había matado a un hombre, había matado a una criatura de Dios.

    Me acerque al cuerpo, entonces, albergue por un instante la posibilidad de que no estuviera muerto, el cuerpo estaba con la cara boca abajo, había un pequeño charco de sangre en la piedra donde reposaba su cara, decidí darle la vuelta y aquella decisión fue la peor que he tomado en mi vida.

    Las tres balas habían impactado en su globo ocular, le faltaba un tozo de cabeza a la altura de la sien, su tabique nasal había desaparecido, al volver el cuerpo boca arriba, su ojo casi intacto cayó al suelo depositándose en una piedra blanca, el ojo quedo mirándome inquisitoriamente, como si por un instante y sin vida quisiera vengarse, y viva Dios que lo hizo, aquella imagen me ha perseguido el resto de mi vida.

    Me quede mirando aquel ojo, y me eche a llorar, recuerdo que lo único que pensé es en mi madre, pensaba en mi madre, pensé que lo único que quería es salir de allí y ver a mi madre, no podía parar de llorar, creo que tenia la cabeza metida entre las piernas y me agarre la cabeza con las dos manos, quería arrancarme el pelo, quería arrancarme el cabello, aquellos momento fueron los más horribles de toda mi vida, era como si deseara salir de mi cuerpo, quería quitarme la ropa, arrancarme los dientes, recuerdo que cogí el casco y empecé a golpearlo contra el suelo, lo hice hasta que no puede más, estaba inundado de rabia, seguí llorando hasta el punto que entre el frío y las lagrimas, los ojos se me empañaron, me limpie con la guerrera y al volver a ver bien, recuerdo que la imagen del ojo se volvió a apoderar de mi, vino a mi mente cuando hacíamos la matanza del cerdo en casa de mi abuela, me volví loco, de repente al tener esa imagen, me levante, cogí el fusil y vacíe el cargador sobre aquel maldito ojo, cuando se acabaron las balas no quedo rastro de él, ni de la piedra, no quedo rastro de nada.

    Allí estaba yo, en aquel maldito descampado a cientos de kilómetros de mi casa, me sentí solo, pensé si Dios podría perdonarme lo que acababa de hacer, pensé en mi madre, todos los hombres en el fondo necesitamos a la madre, en el fondo todos somos unos cobardes, nada somos sin ellas y una madre cuando eres pequeño puede hacer que desaparezca el dolor en segundos, yo quería aquello, quería que mi madre me sacara de aquel dolor, nunca olvidare aquel momento, nunca, no quiero olvidarlo, años mas tarde entendí que olvidar aquel instante era como huir de uno mismo, olvidar era rendirse, recordar era luchar y afirmar que ni yo mismo tenia derecho a juzgarme por lo que hice.

    No existen palabras para definir el sentimiento de culpa, de soledad que se siente al acabar con la vida de alguien, esos instantes pueden ser equiparables a años, por la cantidad ingente de sensaciones que se sienten, durante segundos o minutos, circulan sensaciones por la cabeza que son imposibles de explicar con palabras, matar a un ser humano es un acto horrible que instantes después de haber cometido, uno debe asumir, uno debe vivir toda la vida con ello y aceptarlo, por que de lo contario ese hecho horrible, puede destruirte.

    Una guerra es un acontecimiento, donde la gente se familiariza con el horror, es algo difícil de entender para todos aquellos que nunca han estado en un conflicto bélico, en cada minuto de una guerra, se produce un hecho monstruoso, y uno debe familiarizarse con ello, porque de lo contario, te acaba destruyendo como individuo, uno mismo debe sobreponerse a lo que ve, y a lo que siente, lo que me ocurrió a mi aquel día fue un hecho monstruoso más de aquella maldita y estúpida guerra que solo significo un renglón más en la historia de la estupidez humana, pero que para mi marco mi vida para siempre, yo nunca podré olvidar lo sucedido, pero si he podido perdonarme a mi mismo lo que hice.

    Es la primera vez en mi vida que cuento abiertamente esto, y no me siento orgulloso de ello, “Cacho” mi amigo y compañero del alma siempre me lo ha agradecido, su madre me quiere con locura, y la vez que más he llorado en mi vida, más incluso que cuando murió mi padre, fue cuando mi madre y al suya se abrazaron por primera vez cuando se conocieron.

    Ha pasado mucho tiempo, y tengo que decir que no es algo que algo que especialmente me haya torturado en demasía, a veces sueño con todo aquello, es verdad, pero otros hechos me han marcado más en mi vida, aquel mal nacido seguramente hubiese muerto de una manera u otra, pero si pudiera elegir desearía no haberlo matado, es algo que tendré que llevar toda mi vida en la conciencia y espero si existe Dios pueda perdonarme, yo lo he hecho en vida, aquel desgraciado impuso su voluntad desplegando su capacidad humana para la maldad, y yo, solo fui un peón para contrarrestarla, mi voluntad se enfrento contra la suya y desgraciadamente fue aniquilada, en eso consisten las guerras, en aniquilar voluntades individuales para someterlas colectivamente.

    Habrá y ha habido quien me ha juzgado, instantes después de vaciar mi fusil me convertí en un asesino, juzgarse a uno mismo es equivalente rendirse como individuo, no puedo evitar que muchos opinen sobre que estaba haciendo allí, no me importan sus opiniones, algún día tendré que contarle esto a mi hijo y esa será la única opinión que me interese, la razón puede refugiarse a veces en el subterfugio, pero yo no lo haré, aquella decisión me convirtió en un verdugo pero jamás hará que me justifique, es posible que aquella guerra fuera una mentira, que todas las guerras lo sean, pero mi vida y la de mi compañero no lo eran, tanto yo como él, teníamos el derecho a vivir, a sobrevivir , yo no efectúe aquellos disparos ni por una causa ni por una bandera, aquel bastardo, no murió por un principio, lo hizo por su propia estupidez.


    Agradezco a todo aquel que haya llegado hasta aquí y me haya leído, supongo que cada uno de vosotros habrá sacado sus propias conclusiones, cada uno es libre de ello, al leerme a mi mismo me invade una sensación de tristeza, nunca sabré si parte de mi, también murió en aquella loma.

    18/02/16 01:02

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