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Mañana

En su sueño el adiós empalma otro adiós de otra despedida. Nadie dice chau pero alcanza con oír el llanto rengo del que se va sin dolor. Empuña una aguja de tejer como espada, busca a los manotazos confundirse con esos otros, acaso con él mismo sin ser esta horrible apariencia que lo muestra como descartable. Grita con pasto en la boca: "Si las armas conquistarán nuestra inspiración matemática, la cosecha de nuestros números equivaldría por siempre a cero". Escucha el aplauso generalizado sin entender un carajo del manifiesto. Un sonido de corneta interrumpe su denuncia. Vuelve a concentrarse: "La sospecha criminal caería inerme a los pies de una revolución utópica". Ahora el aplauso estalla hacia otra tarima, nota que no hay estrategia ni puesta en escena que rente un futuro aceptable. Sólo ella en el descampado ridículo del discurso; las piernas cortas y juntitas, pelitos rubios que se ensucian con la misma facilidad artesana de doblar un alambre... Irreparables. Mugre sobre las manos acariciando la corneta que deja de ser corneta. La mirada limpia en otra cara. La lengua sin ojos en otra boca, la nitidez de un sexo en otra parte. La corneta por décomo quinta vez. Prende los párpados y el timbre le aturde por fin el sueño. Decide no atender, quizás llamarla... Sequro que no.

Lapecera27 de julio de 2011

1 Comentarios

  • Milana

    :-O
    Buf!
    :-)

    27/07/11 12:07

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