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Fuego

Las mañanas de frío me hacen sentir valiente al darme cuenta de que no he de morir tan fácil. Eran las cinco de la mañana y yo caminando bajo el frio que te cala los huesos con una frazada y una molotov en la mochila. Paré y mire al cielo, estaba por llover, me levanté el cuello de la parca, me sacudí la escarcha y arrojé la bomba a una mueblería de la calle Belgrano. Seguí caminando a paso lento, a las diez cuadras me di vuelta, prendí el ultimo cigarrillo levanté la vista y observé la columna de humo.
-¡Valla!- pensé- ¿eso lo hice yo? soy un verdadero artista.
Luego me subí a un volquete lleno de escombros y grité.
-¡Asistan a la maravilla de la creación del fuego en la lluvia. Del humo en el cielo!
Creo que nadie me escuchó, pero por un momento me sentí Zaratustra
Durante las noches salto el paredón y me alojo en una bóveda del cementerio de Chacarita. Ahí me siento seguro. Cuando la luz de luna es buena veo cosas en los pasillos: una mujer de blanco, ese pequeño personaje de rastas que pasa en skate y algún que otro ente raro. A veces me saludan. No me gusta molestar a los muertos, por eso pido permiso y si no les agrada mi presencia me voy, pero últimamente está todo bien conmigo por que saben que yo auyento a los profanadores que proliferan desde el aumento del precio del bronce. Mi vomito es fluorescente y muy acido, tanto que puede disolver el mármol de una lapida como acetona sobre tergopol. Por lo tanto soy muy temido en la necrópolis y la peor pesadilla de un profanador seria encontrarme. Cuidadores y funebreros me ignoran con la misma vehemencia que a los demas espectros que deambulan por las zonas mas abandonadas del parque.
Esa mañana después de la lluvia el sol era radiante y ni siquiera hacía frío, caminé cantando el tango afiches a través de los pasillos de mármol y aunque me sentía algo realizado por mi atentado de la noche anterior todavía no me sentía satisfecho.
No tenía hambre pero si algo de sed y ganas de fumar, me lavé la cara y el pelo en la misma canilla que usufructúan tanto taxistas comos vagos y luego me lancé otra ves sin rumbo pero con misión a la urbe. Pero antes pasé por el almacén del Mono.
El Mono es un personaje grasiento que siempre me mira con gesto de reprobación. Usa una remera del Che Guevara sin mangas y después toda ropa Nike.
-Dame una botella de Legui y un una caja de Achalay- le dije-

Él atendió mi pedido de malla manera como queriendo que me vaya.
¿Che loco que no laburas?- me dice mostrando esos dientes amarillos que me dan asco.
-Primero por que soy musico- respodí. además ¿Vos tenes algún laburo para darme?-dije
Le dijo a la boliviana que tenía en situación de esclavitud que se encargue un rato del negocio y me llevó al fondo del local.
Atravesamos un pasillo obscuro y con olor a baño, luego hacia el fondo se hacia un pequeño deposito donde las cucarachas se escurrían al prender la luz, después de esquivar mercadería hasta el fondo del ambiente llegamos a una ultima construcción improvizada con tablones y ladrillos huecos que se disimulaba detrás de una frazada-cortina
El le llamaba enprendimiento pero lo que allí atrás había era un centenar de codornices hacinadas en pequeñas jaulas, sometidas cual esclavas ponedoras a una existencia horrorosa.
-¿Este es el famoso fondo de comercio?- dije mientras me contenía y disimulaba las arcadas que me provocaban el fétido olor a excremento y muerte que llenaba el lugar.
- Bien por el sistema que hace estas maravillas posibles –agregué.
El hombre de la remera del Che Guevara no captó la ironía y prosiguió a explicarme mi tarea.
-Vo tené que tener todo esto siempre limpo, primero les limpias la caca que queda en la bandeja de abajo, despué le pone acá el agua y acá el alimento balanceado. La luz no se apaga nunca. Si alguna ya está muerta la tiras en el balde éste, en esta canasta vos pones los huevos, yo te pago por producción, son 3 centavos por huevo así que mientras mejor hagas las cosas, mas van a poner y es mas plata para vos ¿estamo?
-Ahá.
-Otra cosa, esto que ves acá se lo va a poné en el agua, después te vuá esplica bien la cantidá esata que le tené que pone. ¿Estamo?
-Ahá.
No me explicó para que era la solución pero yo supuse que se trataba de un acelerador de metabolismo para que los bichos pongan mas huevos por día.
-Y te digo que acá no se puede fumar por que esto prende fuego enseguida. ¿Estamos?
-Ahá.
En cuanto el Mono se retiró y me dejó a cargo de ese lugar espantoso solté un vomito acido que estropeó una de las jaulas y las aves al rato comenzaron a salirse de su encierro.
Ups! No debía perder la calma, prendí un cigarrillo, luego saque de mi mochila otra molotov, me hice un buche de gasolina y lo escupí en el balde donde había una laucha royendo desperdicios organicos.
Decidí revisar mejor el lugar y me pregunte si en realidad el Mono no criaría ratas en vez de codornices. Tambien había muchas porquerias viejas como una maquina de escribir, una garrafa y un tonel tapado con un tablero de ajedrez, lo destapé para ver que había dentro y un bao fétido mezcla de alcanfor, guano y veneno para ratas me atravesó la nariz.
Me hice a un lado para vomitar y lancé un liquido más fluorescente y acido que nunca sobre la garrafa y la maquina de escribir, me pregunté si no estaría vomitando vilis.
Necesitaba comer algo.
Volví a hacerme un buche y derramé el resto de la botella en piso. Prendí otro cigarrillo. Las codornices estaban locas, liberé a las que faltaban.
Necesitaba aire puro, ¿podia ser que ese lugar no tuviera ni puertas ni ventanas?
Al final descorrí una madera en el fondo y salí a otro fondo al aire libre, tomé una bocanada de aire puro y abrí la botella de Legui mientras codornices se escurrian hacia fuera esquivandome los tobillos
-No podran ir muy lejos chicas- les dije- pero por lo menos es una mejor forma de morir.
Observé que en ese patio del fondo cerrado por un alambrado habia muchas cosas robadas del cementerio y de otros lados. Estaba la placa de bronce que se robaron del obelisco, estaba el muñeco de que se robaron de la esquina Pugliese, un lavarropas que no se por que supe que en su interior habia muerto por descuido un gatito.

Volví al interior de el “criadero” y agarré con una mano la canasta con huevos y con la otra me acomodé la mochila en las espalda. Prendí otro cigarrillo y espere hasta terminarlo, luego arrojé la colilla al piso, pero esta fue a dar justo en un lugar limpio.
Prendí un fósforo y lo tiré justo sobre la gasolina, y se hizo el fuego.
Salí de ahí por la entrada principal con el mismo paso lento que usé para alejarme de la mueblería, atravesé el almacén, El Mono me vio pasar.
Yo sabía que este personaje tenía armas así que cuando estaba a media cuadra y comencé a oír sus gritos me imaginé ruido de disparos.
Finalmente cuando estaba a una cuadra de distancia efectivamente comenzaron los tiros pero no aceleré el paso y continué lentamente como esperando el balazo en la nuca. Por suerte eso no pasó, yo sabía que ese tipo tenía muy buena punteria pero hervia las balas en agua bendita por eso es que los tiros siempre van a donde realmente deben ir.
Doblé en Roodney, me senté en un umbral y pensé que por lo menos podría haber salvado a un par de codornices en mi mochila. Eso le pasó al mono por confiar en mi, pero ¿Qué mas da? Yo una vez por confiar en el estuve en mes envenenado por fiambre en mal estado. Me incorporé y tambien a paso lerdo me perdí sin rumbo entre las demás calles, despreocupadamente. Supuse que el Mono no me iba a seguir por que estaría muy ocupado tratando de frenar el fuego. Luego me senté en un parque, comí un par de huevos crudos y tomé otro trago de licor. Se me acercó un drogón y me pregunto si sabía donde pegar merca, le recomendé el kiosco del Mono.
-Decile que vas de parte de Manuel.
-De Manuel?
-Si, Manuel Logoston.
El drogata se fue y yo me recosté sobre el banco de piedra sabiendo que el frio del mismo me podía penetrar hasta los pulmones. Cerré fuerte los ojos y dije para mis adentros.
-Dios, si estoy haciendo lo correcto dame una señal aunque sea.
En ese mismo instante sentí una enorme explosión.
Logoston08 de julio de 2010

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