Fusilado
Empieza el quinto mes
de mi destino manifiesto.
Cuando mi poesía,
sin energía, sin arrestos,
jugando después del después,
por abandonarme termina.
No sé que quieres escuchar,
cuando sabes
que echarte de menos
es quererte de más.
Antes de mis 29 cracks,
como previo a tus 19 años
prometo revelarte mis secretos.
Que he muerto y he resucitado
y nunca hemos sido dos en mayo.
Hasta ahora yo. Solo, y fusilado.
Rebelde, solitario siempre.
Cuando de repente,
Goya me borra de su cuadro
Napoleón se lleva una sorpresa.
De la banda de mis cuatro
solo amo a mi duquesa.
Es medianoche del Día del Trabajo.
Arquitecta, heroína mortal
que me cobra a destajo.
Magno evento para tu pasión y tu dulzura.
Amante del seis de abril,
veneno cutáneo de mi radio futura.
Brisa del siete de mayo,
luz americana y febril,
pulcra diosa de mi rey Pelayo.
Todos mis poemas
acaban como una misma oda.
Sin tabaco, sin humo, sin flemas,
y sin tragos de whisky con soda.
Quizá para quererte
tenga que renunciar ante notario
a mis vicios cuasi diarios
a mis encuentros con la muerte.
Tal vez por enamorarme
tus palabras son mi desarme;
y por ser proyecto de poeta,
con ínfulas de iluminado,
mi disidencia trocará en bayoneta
cuando ya se ha muerto abril.
Tus ojos son tu fusil.
Tu rifle, arcabuz o escopeta.
Y cual preso alcatrazado
dime si es en tus caderas
(donde menos te lo esperas)
donde podré ser fusilado.
