Miro en el espejo y me encuentro con lo mismo a diario, la misma sonrisa que esconde mil secretos, el mismo cuerpo que intenta huir de su más maligno enemigo; el alma que envuelve entre tanta carne... El alma que cada día parece más desdichado, más cansado de luchar por algo que no está prometido... Por un día mejor, un día que no llega por muy larga que sea la espera. Y un corazón roto que se derrumbó en la batalla, de la que nadie sale vivo si con la soledad se encuentra. La soledad hace perder en la batalla hasta al más valiente soldado, y ni mi corazón ni alma son los luchadores más fuertes, mas sí los más lanzados, pues se lanzaron al abismo sin mirar lo que había por venir, que fueron todo decepciones. Decepciones al ver que no puedo ni conmigo misma... Será que ya no sé quién soy, que ya no conozco al enemigo en esta eterna lucha.
