Poco sabe de alegrías
El inconforme otoño,
Cuando desde su altura
Supone que es tierra el mar,
Entre vértigos admira
El pasar de las hojas,
Que aburridas sin causa
Escapan del cotidiano árbol
Por un fugaz momento de volar
Gracias Dios mío
Que tú no te cansas y permaneces,
Tejiendo desde el principio
Días, caminos, la vida,
El perfecto milagro del universo,
Tu obra eterna por amor toda,
Con oído alerta a cada tristeza.
Gracias Dios mío qué no te cansas nunca
De perdonarnos.
Autora: María Esther Valiente
