Aquel día de primavera mientras observaba el cielo anaranjarse,
María intentó definir qué era exactamente lo que había sentido.
Una palabra le rondaba la cabeza: explosión. Una combustión lenta
pero repentina al mismo tiempo, dolorosa y placentera, fugaz y eterna;nervios desbordados; ansias de poseer; de rozar; de tocar; de lamer; de sentir más allá de su propio cuerpo físico. Un continuo orgasmo dilatado más allá de la dimensión espacio-tiempo que conocemos.
Y María decide dejar de pensar; sólo quiere sentir.
Sentido; en cada una de sus cinco versiones. Los sentidos cobran más sentido que nunca y explotan: explotan de placer.
No pienses María pues la razón no entiende de instintos
Los instintos jam?s pueden ser razonables. Cuando alguien razona sus instintos dejan de tener esencia...