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Ese loco saxofón no tocó esa nota final; esa nota que ansiaba todo público después de degustar un concierto desechable. Pero no, nunca se llegó a apreciar esa nota que sería una muerte dignísima a tal embriaguez de saxofones, trompetas y trombones, guitarras, bajos y clarinetes. ¿Por qué no sonó nunca, ni sonará, esa nota final? ¿Majadería del saxofonista? Puede ser. Se llevó la nota a la tumba, sonreía con un fa sostenido en su rostro. Pese a todo, el público reconoció haber asistido al mejor concierto de sus vidas, pues siempre esperaran esa nota, siempre tendrán la esperanza.
Mcestrada22 de noviembre de 2010

1 Comentarios

  • Jesusuke

    Dios mio, anonadado me ando despues de leer esto! Es increible, este relato tendria que estar en los mas prestigiosos libros de relatos del mundo. Espero que con el tiempo encuentre la posición que se merece. Tan pocas lineas y tan sabias palabras. Una metafora de la vida, una nota que nunca llegará y unas gentes que esperan esa nota sin perder la esperanza... es la polla en verso pero en prosa!

    22/11/10 10:11

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