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La Trucha MÁs Cara Del Mundo

Cuando uno cae preso, demás esta decir y repetir: pierde todo. Es una ley de la vida.
Cuando uno cae preso, sea culpable o no, es como si fuese borrado del mapa o naufragase en un vasto océano de indiferencia, uno se convierte en un árbol caído de donde todos sacan su leña: se reparten nuestras cosas y nos entierran en vida. Y encima nos echan la maldición más frecuente desde que el hombre tiene uso de la razón: que se pudra en la cárcel. Y si pues nos podrimos, así como se pudre la sociedad allá afuera.
Con la gente hay sorpresas a veces de los que menos esperamos son los que mas apoyan y otras las peores son las personas a quien uno les tiene mas consideración y cariño. Mientras mejor los tratos peor se portan con uno. Son los más ingratos.
Mi primo Jorge después de vivir gratis en mi casa en San Pedro de Lloc, donde había puesto un negocio que le iba recontra bien sin pagar alquiler, agua, luz o baja policía o arbitrios, ya que todo lo pagaba yo, me dijo al menos de que no iba a estar conmigo hasta el final, pensé que estaba bromeando por supuesto que eras mi fiel amigo mi incondicional pensé. Si yo siempre me he portado bien contigo y te he dado mi casa para que a habites sin pedirte nunca a cambio, con tal de que cuides mis cositas noma. Después de visitarme en prisión y a penas estuvo seguro de que no iba a salir inmediatamente fue a mi casa y me la vació, so pretexto de que habían entrado a robar, se lo hubiese creído de no ser que celebrando mi arresto se fue a celebrar al burdel con la plata que le había dado para que me vea un buen abogado y al salir , borracho y drogado, se dio tres vueltas de campana con mi auto deportivo, al cual dejo tirado a un lado de la carretera. Cuando le reclamé me dijo que la plata se la había gastado y que a mi carro se lo habían robado y que se había olvidado de poner una denuncia. ¿La plata y el abogado? Te la pago cuando salgas - me contestó. Si es que sales-agregó por teléfono. Bueno mi culpa por confiar en el.
Después de ser sentenciado y listo para apelar tuve que vender todo lo que me quedaba para contratar a otro abogado.
Con la venta de la casa volvieron los amigos: mi pata del alma de toda la vida: Warren, al enterarse de que había vendido mi casa en San Pedro, volvió a buscar mi amistad la cual la habíamos perdido tres años antes por problemas monetarios, después de amistarnos y de venir un par de veces me pidió un préstamo sustancial que no pude hacer, pero hilando fino me saco mil dólares, para mandar a su hijo a Lima. Cuando me pregunto por mi fabrica de ropa y le conteste de que había quebrado que nadie quería comprar ropa a un presidario me dijo que me iba a ayudar y que todo lo que me quedaba se la de para ayudarme con la venta de ellos en su tienda. ¿Para que están los amigos? Me pregunto. Le di la plata y le hice llegar la ropa. No volvió nunca más, ni con el préstamo que le hice ni con la plata de la ropa. Lo ultimo que supe de el fue que lo vieron borracho gritando obscenidades y rajando de mí en el bar de moda.
Me di cuenta de que la gente es aprovechada y que a uno preso lo abandonaban como rata al barco.
La apelación según el abogado iba a demorar unos meses más y que debía ahorrar todo el dinero para que pueda salir. Mi hermano, llego un día a visitarme como lo hacia todas las semanas y me pidió que le preste los 20 mil dólares que me quedaban para que ponga un negocio que lo iba a volver archísúper millonario: iba a equiparar una piscigranja con las mejores y más gordas truchas del mundo. Ya tenía comprador y hasta un socio para llevarlo a cabo.
- Apenas necesites el dinero me lo pides y te lo devuelvo, mientras tanto te voy a pagar intereses mensualmente para que puedas mantener tus gastos dentro de la prisión y además esto te lo prometo del corazón: nunca faltare de visitarte hermanito.
El negocio por descuido y dejadez le salió como todo lo que hace: mal. Se quedo sin cliente (ya que solo tenia uno) sin piscigranja y sin ganas de volver a visitarme.
Después muchos meses de silencio y sin tener noticia alguna llame a mi hermano (ya que me estaban presionando para pagar mis deudas) para que me abone alguito; él se indigno feísimo y dejo de venir a visitarme. Hasta ahora. No solo perdí la plata sino que perdí a mi hermano. Con esa plata hubiese podido pagar a un abogado para que me saque de acá. Pero nada. ¡Por Dios que cara me salieron esas truchas! Esas truchas me costaron mi libertad.
Pero al menos tuvo la decencia de traerme, cuando venia a visitarme, cuatro truchas en cuatro visitas. No sabía que iban a ser tan caras. Cada vez que venia arrastraba los pies para hacerlo y sus visitas se hicieron mas esporádicas y lejanas. Antes lo esperaba cada semana con la ilusión de su visita que calmaba mis ánimos y me hacia sentir querido y recordado, poco a poco empezó a llegar cuando todos salían y después de visitarme semanalmente se aburrió y empezó a visitarme una vez al mes, después con el tiempo me visitaba solo tres o cuatro veces al año. No siempre traía truchas, el empleado no venia, no cuidaba la piscigranja, se le habían muerto mas de la mitad, estaba ocupado, estaba de viaje, había sido el cumpleaños de Jesús de María y José. Sorry broder no pude venir, pero dime lo que quieres para la próxima visita te lo traigo. Me olvide broder te lo había comprado pero lo deje en el carro. No te puedo dejar plata estoy misio.
- ¿Qué: te has comprado carro?- le preguntaba mientras por dentro renegaba porque no tenía como pagar mis gastos.
- Voy a tener que cerrar el negocio, mi comprador ya no quiere truchas y, además se me están muriendo. Para la próxima visita te traigo la última del lote.
- Y ahora que vas a hacer.- le pregunte mientras por dentro me preguntaba: Y ahora: ¿como me vas a pagar?

Con la última trucha que trajo mi hermano cometí el error de dársela al Culón Urrunaga para que la prepare: la repartió en partes desiguales, la mitad más las hueveras para él, un tercio para el chiquillo William, la otra parte, entre el Guerra y el Perro y a mí la cabeza. Cuando le reclame se enojó.
- Encima que uno te cocina te quejas.
- Pero es que no hay nada, nada de nada.
- ¿Y eso que es?
- La cabeza y el espinazo. No tiene nada de carne. ¿Porque?
- Es que se deshizo y eso fue lo único que pude rescatar.
- Bueno no importa al menos quedan las hueveras ¿Y las hueveras?
- ¿Cuales hueveras? Tas gafo, no ha habido hueveras. Mira para la próxima no me des ni mierda y cocínate solo.
Y yo como siempre; el más sonso, me quede sin comer. Encima me miraron mal y ni siquiera me agradecieron.
¡Cinco mil dólares un pedazo de cabeza de trucha! Ni la carne de Kobe.

Mcluna20 de noviembre de 2019

3 Comentarios

  • Clopezn

    Desde luego que razón tienes. Cuando Don dinero se va...no queda familia ni amistad. Y al que queda lo hay que cuidar. Buen relato. Un saludo cordial.

    20/11/19 05:11

  • Regina

    Me di cuenta de que la gente es aprovechada, SI, de los condenados y los que ellos mismos condenan,dejándolos olvidados en un rincón, para sacarles todo. Buena historia, como todas las tuyas Mcluna.
    Saludos muy cordiales.

    20/11/19 05:11

  • Diegozami

    Buen relato, y muy bien narrado.

    Saludos.

    25/11/19 06:11

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