Y ahora me gustaría que te parases un momento a pensar, en quién te cogía el teléfono cuando lo necesitabas. Quién, a una llamada tuya, bajaba a su patio solo para darte un abrazo, porque lo necesitabas. Quién te apoyó en todas las decisiones que tomaste, quién te dio consejos y quién te escuchó en tus depresiones. Quién te ayudó a superar las rupturas y los rechazos, y te dio esperanzas cuando las había. Quién aguantó a tu lado a pesar de lo que inventaran los demás.
Y entonces, quiero que caigas en la cuenta de que no te merecías nada de eso. Te merecías que ni te mirara, que cuando la llamases te colgara, y que te dejara hundirte en la mierda. Porque ella siempre estuvo para ti, hasta que se dio cuenta de que tú solo la utilizabas cuando las otras te fallaban.