Mi desasosiego emocional, empezó el día en que no pude escribir; exactamente a las 7 de la mañana, me había dado cuenta que mis dedos habían quedado completamente mudos, inservibles, inocuos y estériles ante mis pensamientos. Entré en pánico, el simple hecho de no poder trazar ni siquiera una simple letra, me empujaba directamente al oscuro y frío abismo del desapego sentimental; el escuálido aroma de la frialdad humana traspasaba mis membranas corpóreas y se arraigaba profundamente en mis pupilas, en mi cerebro, en mi alma.

Alma, sí, porque hasta ese momento tenía alma, un etéreo y efímero recuerdo de mi existencialidad humana, un simple rastro que me recordaba lo frágil y terrenal que era mi existencia, el único símbolo de máxima expresión divina. Porque eso dicen acerca del alma ¿no?, que es una creación maximizada del pensamiento y el raciocinio de Dios.

Pues definitivamente ese día perdí mi alma, perdí mi escueto corazón; me arremoliné entre pensamientos lógicos, fríos y carentes de una mínima humanidad. Poco a poco observé, como mi espíritu se deslizaba por todas mis extremidades, y salía desbocadamente por cada uno de mis poros.

- No, no te salgas, quédate en tu sitio (decía yo mentalmente, mientras que de mi nuca, se desprendía una gota gruesa de sudor)

Pero era irremediable, desde el mismo momento en el que mi cerebro olvidó como escribir, el cómo realizar las curvas de cada una de las letras del alfabeto, de cómo unir entre lazos invisibles cada una de las palabras, de cómo articular con el pulpejo de mis dedos cada una de las vocales, de cómo plasmar cada uno de mis pensamientos e irracionalidades, sí, desde ese mismo momento me fui convirtiendo, en un simple e inerte cuerpo carente de vida.

Los colores poco a poco se fueron volviendo monótonos y oscuros, el círculo cromático carecía de significado poético, ahora había pasado a convertirse en un lejano recuerdo de mi anterior vida. Los olores se fueron disipando en el aire y se transportaron con los soplidos del viento, las caricias se fueron deslizando vulgarmente entre las sábanas, y desaparecieron, al tocar los rayos solares la geografía de sus formas.

- Esto es imposible, ¿en qué rayos me estoy convirtiendo? (me decía desesperadamente, dentro de mi mente)

Y es que los sonidos poco a poco los fui percibiendo como extrañas sonoridades carentes de métrica, de tonalidad, de uniformidad, desmesuradamente se iban transformando en rígidas curvas toscas que se difuminaban con las sombras y se perdían entre los segundos que pasaban.

Definitivamente cada vez más, me fui convirtiendo en ese ser racional en el que tanto había temido.

- ¡Tengo miedo, tengo mucho miedo! ( me decía a mi mismo frente al espejo)

Y a partir de la media hora comencé a sudar desenfrenadamente, mis arterias saltaban como si estuviesen electrizadas y en estado de shock, mi cerebro retumbaba en ecos y se perdía con el lejano “ tum tum” de la puerta. Sí, en ese momento tocaban la puerta.

- ¿Marco te encuentras bien? (decía una voz fémina del otro lado de la habitación)
- Si, perfectamente (decía, mientras tapaba mi boca)

En ese instante, mi estómago dio un vuelco, y sentí como surgía de forma inmediata, un chorro de vómito dentro de mi esófago; volví a tragarlo.

Desesperación, eso era lo que corría por cada una de mis neuronas. Desesperación

Mis manos temblaban, mis huellas digitales se despegaban frágilmente de mis dedos, y caían como finas hojas marchitas sobre el tapete, mis rodillas temblaban al compás del “tum tum” que seguía resonando al fondo.

- Marco, yo creo que no andas bien ( seguía diciendo la fémina)

Y efectivamente, no me encontraba para nada bien.

El color de mi piel se iba fundiendo con el azul de la alfombra, el fondo de mis pupilas se volvió claro y desapareció con la poca luz que entraba de la pequeña ventana.

Giró la llave, abrió la puerta estruendosamente, y en ese instante, ella entró envuelta en miedo y preocupación

Y vio como una mancha gris y espesa como el mercurio, se deslizaba sobre el tapete.

- Me lo imaginé, ha de haberse convertido en materia, tal cual, como su padre (dijo ella resignadamente, mientras daba media vuelta)

Se dirigió a la cocina, tomó un trapo, y limpió la oscura mancha del tapete. Desde hace tres minutos, ya dejó de existir en el mundo, aquel muchacho llamado Marco.

- Sí, se esfumó, tal cual como habían dicho los médicos el día en que nació, se esfumó tal cual como el extraño de su padre; pero cambiando de tema, no me has dicho que tal te ha ido con José… (dijo la mujer al teléfono, a la vecina de al lado)

Y siguió hablando eufóricamente, en su mente ya había dejado de existir, desde hace tres minutos.

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6 Comentarios

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  Cecilio

  Curioso modo de escribir nigth14, me ha gustado.
  Salud!

  01/07/11 07:07

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  Johnnyhoyer

  Pensé en un mejor final...hehehe...

  02/07/11 07:07

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  Danae

  Mis manos temblaban, mis huellas digitales se despegaban frágilmente de mis dedos, y caían como finas hojas marchitas sobre el tapete, ...
  
  Eso, eso es el lirismo, querido Nigth ... La huellas digitales de nuestra alma.
  Y quién quiere perder su identidad? Nadie, a menos que se esté huyendo de alguien, nadie quiere perderse a sí mismo.
  Un texto trepidante, cerrado con la nota estática de la vulgaridad cotidiana, tan alejada del mundo onírico de un escritor.
  Un gran abrazo.

  11/08/11 01:08

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  Nigth14

  danae, pues tú misma lo has dicho, el peor miedo de todo ser humano es convertirse en cenizas de olvido en donde nuestra identidad quede suspendida en la nada.
  
  "Un texto trepidante, cerrado con la nota estática de la vulgaridad cotidiana, tan alejada del mundo onírico de un escritor"
  
  me ha gustado tu frase, muchísimas gracias por pasarte por acá. un abrazo :)

  11/08/11 06:08

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  Nigth14

  hehehe, gracias. Pues el final es precisamente eso, un choque "vulgar" a la cotidianidad y pensamiento moderno.
  
  Y precisamente, de eso se trata: la analogía entre ambos mundos, el poético y el actual. Es tu opinión, igual se respeta, muchas gracias por comentar...!!!

  12/08/11 03:08

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  Folicega

  Pues a mi no se me ocurriría un final mejor... O peor. No se me ocurriría otro final... Punto.
  Saludo,

  30/08/11 05:08