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Recuerdo de una Memoria Incompleta!! (1/2)

Era una tarde de mayo: una de esas en donde el viento sopla fuerte y las nubes grises comienzan a arremolinarse en el cielo con el único propósito de sorprender a los humanos con una lluvia esporádica cargada de un frío perpetuo, una de esas lluvias en donde las gotas miden aproximadamente 3 cm de diámetro. Un día de esos en donde el dolor de cabeza se encuentra arraigado al cráneo de cada transeúnte, y se intensifica con el pasar de los minutos.

Yo me encontraba caminando velozmente a esa hora (las 5 de la tarde según mi reloj de mano) sujetando un maletín de cuero negro. Dentro de tanto apresuramiento, no pude evitar tropezar con miles de personas, que al igual que yo, se encontraban caminando rápidamente por la acera. Personas que dentro de sus cabezas se extendían miles de mundos inimaginables, mundos personales cargados de alegrías y tristezas.

Todas inconscientemente iban al mismo ritmo de apresuramiento, un ritmo que les permitía librarse de aquel destino lluvioso que se nos deparaba a la vuelta de la esquina; se podía inferir en el dolor que causarían las gotas de lluvia al golpear con la piel.

Saqué mi teléfono celular del bolsillo izquierdo, lo abrí, marqué tres números (561), y en ese preciso instante escuché el ¡pam, pum, plash!. Mi maletín salió volando por los aires, y fue a parar abierto al otro lado de la acera.

En esa milésima de segundo, me vi allí tirado en el asfalto con los brazos abiertos, y las piernas dispuestas en una posición poco común, el zapato marrón del pie derecho se había desatado. Tenía los ojos abiertos, sorprendentemente abiertos, con la pupila dilatada, con el iris brillando más que nunca, profundos; de mi nariz corría un pequeño hilo de sangre, podía sentir como se escurría hacia mi labio superior y en ese momento, rompí mi silencio cerebral y me dije para mí mismo:

- Definitivamente me han atropellado, sí, me han atropellado, heme aquí tirado en la calle como si fuese una hoja seca que se desparramó de un árbol cualquiera, de un árbol sin dirección, sin sentido, un árbol que decidió nacer en medio de la acera, un árbol de esos que nadie riega y que nadie nota que está allí. ¿qué tonterías dices marco? ¿Has llegado a un punto de irracionalidad extrema, con tan sólo 3 milisegundos de atropellamiento? ¿3 milisegundos? Si que ha sido rápida la cosa.

Mis ojos se movían lentamente de una dirección a otra, observando a mí alrededor, contemplando la escena

- Así debe sentirse uno cuando muere: como un pendejo, como un inútil, como un ruin estorbo callejero, como uno de esos mendigos sin futuro que si desaparecen a nadie importa, así me siento yo en este momento, y no es porque tenga un sentido de inferioridad humana, sino que en este preciso instante soy una ficha desechable de este tablero de juegos.

Vi como poco a poco la gente se agitaba a mi alrededor, gritaban números, gritaban nombres, gritaban culpas, gritaban órdenes, gritaban palabras obscenas, palabras de asombro, frases sin sentido y más una que otra culpa al gobierno

- Todos gritan, todos se agitan, menos yo, menos yo que soy el afectado, aquí me encuentro inmóvil y tirado como un monigote en medio de esta calle que huele a lluvia (y eso que no ha llovido aún)

Volteé mis ojos hacia la izquierda y pude ver el zapato que se me había desamarrado.
Nigth1411 de enero de 2011

3 Comentarios

  • Norah

    y no es porque tenga un sentido de inferioridad humana, sino que en este preciso instante soy una ficha desechable de este tablero de juegos...excelente escena, lo de ver el zapato al final genial.Cariños.

    12/01/11 01:01

  • Nigth14

    muchísimas gracias por comentar norah, espero que leas el final del relato!! saludos

    12/01/11 04:01

  • Danae

    Así pasa, tal y com o lo describes. Me ha gustado esa ironía de tu relato.
    Un gran abrazo. Seguiré a la segunda parte.

    16/01/11 01:01

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