TusTextos

Me Fallé a Mi, por No Fallarte a Ti.

Me fallé un millón de veces a mi, por no fallarte a ti.
Me echo mucho de menos, echo de menos mis ganas de todo sin tener nada,lanzarme al vacío sin pensar en la consecuencias, dándome igual perder o ganar, si había victoria subía dos escalones más y si me derrotaban con las mismas, arriba y vuelta ha empezar, así sin más, esa era yo. Echo de menos mi fuerza, el decir adiós a todo lo que me dañaba por mucho que quisiera tenerlo conmigo, despertar cada mañana sin ningún motivo por el que enfrentarme a un nuevo día y salir sonriendo a buscarlo. Echo de menos mi valentía, curarme las heridas sin anestesia, burlarme del dolor y hacer que desaparezca sin derramar lágrima alguna por él.
Lo siento, pero me he perdido, te juro que he intentado buscarme, buscarte, buscarnos y volver a ser una, volver a vencer todas las batallas y llegar juntas a la guerra, te pido perdón, por fallarte, por fallarme, por fallarnos.

¿Recuerdas cómo le conocimos? nos encantó demasiado, tú latías con tanta fuerza, hiciste que me sonrojara, incluso me temblaba la voz por tu culpa. Él parecía todo lo que buscaba, una mano que apareciera sin pedirla, una risa que me contagiara al momento sin fingirla. Algo sucedió en mi, algo nuevo, enseguida me dejé caer en sus brazos, cosa que jamás había hecho, pero no dudé. Creerme cuando digo que me sentía el ser más afortunado del puto mundo.
Pasó el tiempo y me sentía tan segura que decidí enseñarle todas mis heridas, desde las que ya cicatrizaban hasta las que todavía palpitaban. Maldita la hora que lo hice. Me desnudé completamente a él, dejé todas mis armas en sus manos, podía matarme en segundos si quisiera. No tardé mucho en darme cuenta de aquel error.
Entonces poco a poco me fui abandonando, primero desaparecieron mis sueños, mis ganas, mis fantasías, mis metas. Dios, lo hizo tan bien, con tanta delicadeza que no me di cuenta hasta que mis ojos ya no brillaban. Después me quitó mis fuerzas, grito a grito, me dejó muda, me quedé sin voz y sin aliento y con ellos se marchó ella, mi fuerza. Pude ver como salió de mi interior, noté como desgarró mi corazón al salir corriendo. Entonces me armé de valor, cosa que a penas quedaba todavía en mí, y te pedí mis armas, te pedí mi escudo. Pero te reíste de mi, como hacías cada día. Desde allí abajo te veía enorme, y crecías con cada lágrima y cada latigazo que mi corazón recibía con tus palabras envenenadas. Mi valentía se fue sin darme cuenta, creía que ya me había dejado pero fue el miedo que ya había ganado suficiente poder como para acudir a las cualidades que todavía tenía.
Entonces, una de esas noches eternas, donde el insomnio se apodera de todo lo que tenga que ver conmigo, me hizo una visita, una vieja amiga. Ansiedad, así se llama, sabía que vendría a por mi, le había escuchado gritarme en varias ocasiones y la estuve ignorando. Sabía que tarde o temprano no le quedaría otra que manifestarse así, de esa manera tan brusca, enfadada y obligándome a escucharla de forma cruel pero que a la vez merecía. Desde que ella llegó todo fue más difícil, porque yo no me lo quería poner fácil, porque solo me quedaba la esperanza, la peor de todas mis sensaciones, pero confiaba en ella ya que era lo único que creía tener entonces.
Tú seguías rompiéndome, ella seguía presionándome para salir de ahí, y lo poco que quedaba de mi seguía esperando que me empujaras, así era, estaba tan dolida, tan pequeña, tan vulnerable que creía que si no eras tú quien me echara, yo no sería capaz de irme. Que absurdo, tú jamás me dejarías ir, ésto solo era el principio de tu éxito.
Y hoy sigo igual, aquí esperando. Esperando que me mates o me salves. No voy a mentirte, de vez en cuando salgo a buscarme a ver si con un poco de suerte me encuentro y puedo huir. Pero de nada sirve, no estoy en ninguna parte. Ansiedad sigue a mi lado, cada vez más enfadada claro, insomnio también me acompaña cada noche, hablo con ellos continuamente, a veces se relajan, quizás por pena porque es o único que doy ahora mismo, y otras se cabrean mucho más, seguramente de impotencia, y me torturan.
Cariño, aún estando completamente vacía seguía creyéndome tus mentiras, todavía confiaba en ese cambio que decías que pronto sucedería, todavía me mataba verte llorar a pesar de que tu no te imputabas cuando yo lo hacía, todavía salía a verte sonriendo, con el mejor de mis modelos y el mejor de mis peinados para que me vieras como una reina, a pesar tus caras de asco y la humillación que venía después. Hoy ya no te creo amor mío, sigo aquí, pero sin venda, después de mucho tiempo, al fin puedo verte sin esa máscara. Lo peor que saco de todo ésto, es que mientras me engañaba , me encerraba en mi mundo irreal y creía ser feliz, pero ahora estoy viviendo un infierno, ahora se que debo salir o me acabaré consumiéndome en el fuego, y no tengo ni puta idea de como hacerlo.
Paryk11 de marzo de 2016

Más de Paryk

Chat