Son las 7:30 de la mañana. Otro día más en el calendario del turbulento mes de enero.
Levanto la persiana poco a poco. Me asomo. El suelo esta mojado y encharcado de barro, llueve, hace frío y el viento sopla de una manera aterradora.
Me quedaría en la cama guardando el calor de mi cuerpo, pero no puedo.
Tengo que trabajar. Me he levantado triste y sin ganas de nada.
Se me han quitado todas ls ilusiones al ver el día tan gris que hace.
Voy a la cocina y me tomo un café caliente. Me enciendo un cigarriyo y contemplo por la ventana la gente que pasa con abrigos, guantes y gorros y los numerosos paraguas; algunos de colores llamativos.
Es el único color que se ve hoy en la calle. Paraguas de colores.
Me levanto y voy al aseo. Me miro. Veo una cara un poco hinchada de dormir, junto al agotamiento de mi cuerpo.
Las comisuras de mis labios estan arqueadas. Intento sonreir peor me es imposible.
Me quedo pensativa. ¿Por un día gris me voy a amargar? No.
Un brillo en mis ojos aparece. Un brillo esperanzador.
Me quiero comer el mundo cada día de mi vida y aprovecharlo como si fuera el único de mi existencia.
Cantaré bajo la lluvia, me empaparé la ropa y disfrutare de la lluvia.
No quiero más días tristes.
Vive la vida y se féliz. Sueña, no cuesta nada.
