Con una sonrisa tierna miraba el horizonte, en el que en ese
instante se ponía el Sol, había complicidad entre el y yo.
Un infinito universo y ese magnífico y ardiente sol,
mis pensares son capaces de multiplicarse con sorprendente
rapidez con tal de que alcance el nivel al que se me pide.
Los rigores del tiempo y los largos silencios se ocuparon en
atravesar la barrera que sinuosa, nos separaba.
Exaltada, jadeante sin más , los buenos días sonrientes, los restos del ocaso
perecieron en la noche anterior, en el que el perfume y mi memoria dejó los
reflejos incendiados en aquel cúmulo de recuerdos
, imposible un suspirar tan poético como el que aquel día vino a verme.
