¡Por fin sábado! Toda una semana de
agobios y sorpresas llegaba a su fin. Podría pasar el día entero con
Will y el domingo practicar mi poder con Hiela y Luna. Pero lo primero
era echar la carta al correo.
Después de esta y otras muchas
tareas que me había encargado mi madre, le envié un mensaje a Will. En
la chocolatería en media hora. Al momento recibí una respuesta
afirmativa.
Cuando llegué él ya estaba.
- Hola le
saludé, pero antes de que pudiera acabar de decir nada, me plantó un
beso sin previo aviso. Nunca pensé que se pudiera besar así. Había un
tono triste y melancólico. Muy preocupado, digamos -. ¿Te ocurre algo?
- No, ¿por qué?
- Nunca me habías besado así.
- Sólo te he besado un par de veces, no puedes comparar aun.
- Tienes razón, todavía queda mucho tiempo para eso.
-
Eso espero susurró. Tenía la mirada perdida no sé donde, como ausente.
Me pegué aun más a él y soltó un suspiro.
Le ocurre algo y no
me lo quiere decir, pensé.
- Vamos al parque me dijo.
Fuimos y caminamos un buen rato debajo de los árboles. Miles de
colores naranjas y marrones se mezclaban en el paisaje. Nos sentamos en
un banco y me abrazó con mucha fuerza. Apoyé la cabeza en su hombro y al
rato sentí gotitas muy calientes. Le miré, un buen rato. Estaba llorando
y yo me sentía mal por ello. Una sensación de culpabilidad me inundó no
sé porqué y comencé a llorar también, solo que mis lágrimas eran
heladas.
- Tú no tienes que llorar, la culpa de todo esto es
mía me dijo mientras se quitaba las lágrimas. Luego con la mayor
suavidad posible me acarició las mejillas y me besó.
- Dime
que te pasa, tal vez lo podamos solucionar juntos le susurré.
- No, no. Esto es cosa mía. Por la tarde ya te llamaré.
Nos levantamos los dos y se despidió. Estuve allí parada mucho
tiempo, pensando en qué había ocurrido de la noche a la mañana para que
estuviera así. ¿Acaso yo ya no le gustaba? No, sino no me hubiera
besado. ¿Me la había jugado con otra? No creo, él no es así. ¿Entonces
qué? No me había hecho daño ni nada y aun así decía que toda la culpa
era de él. ¿Qué culpa?
Me fui a casa de Inés a desahogarme. Su
madre ya me conocía y me dejó pasar. Al entrar en la habitación de mi
amiga, me eché a sus brazos y lloré todo lo que quise y más.
-
¿Qué te ocurre Sam? Cuéntamelo con calma, anda me decía. Le conté todo
-. Pues no sé que le puede pasar pero ya verás como todo se soluciona en
un abrir y cerrar de ojos.
- Espero que sea así, Inés. Me
gusta mucho Will y no soporto verlo así.
- Ni yo a ti así me
dijo.
Estuve poco más con Inés y me marché a casa. Tenía otra
carta en el buzón. Anónima, cómo no. El mismo autor, el mismo encanto,
solo que esta vez los relatos tenían un final triste. Los personajes
morían o eran separados cruelmente. Al final, otro párrafo. A veces es
mejor dejar las cosas tal y como están. Hay algunas que pueden hacer
mucho daño. Me puse a escribir y esta vez puse una frase que no era
mía. El amor ahuyenta el miedo y, recíprocamente el miedo ahuyenta al
amor; de Aldous Huxley.
Luego me llamó Inés, quería que nos
viésemos en media hora, en frente del instituto. Eché la carta al correo
y, aun así, llegué 15 minutos más temprano de lo acordado. Daba igual,
el tiempo últimamente pasaba a la velocidad del rayo. Me apoyé en un
árbol y escuché voces conocidas detrás. Me giré y vi que eran Inés y
Will, por lo que me quedé quieta para que no me vieran.
-
Will, Sam está fatal y por lo que veo tú también. Tienes que hablar con
ella sino no sé como acabará decía Inés.
- Es muy complicado,
y no creo que se lo tomara muy bien.
- Más vale que lo
arregles porque no voy a dejar que mi mejor amiga acabe por los
suelos.
Luego oí pasos alejándose. Fui hasta donde estaba Inés
sin dar muestras de haber escuchado nada. Hablamos un rato de cosas
banales, sin motivo de ser. Ella solo quería que me distrajera. Luego
fuimos al cine y vimos una película.
Al salir del cine y
despedirme de Inés vi que tenía varios mensajes de Will. El último, de
hacía diez minutos, me pedía que fuera al parque.
Media hora
después ya estaba allí.
- Hola le saludé al llegar.
- Tenemos que hablar me dijo en tono muy serio -. Te pido que me
escuches hasta el final por muy mal que te parezca. Por favor.
- De acuerdo.
- Lo primero dijo mientras se sacaba algo
de los ojos -, que me veas de verdad parpadeó un par de veces y me
volvió a mirar. Le vi los ojos. Miedo, ira, terror, furia. Me invadieron
muchos sentimientos que nunca antes había sacado a la luz. Cómo no me
había dado cuenta antes de quién era. Su misteriosa actitud de esa tarde
podía encajar con él, ahora que le veía de verdad.
- Veo que
sabes quien soy me dijo mientras me miraba con esos ojos que no
mostraban ningún mal sentimiento, pero que ya conocí y no por buenas
experiencias.
Rojos. Rojo fuego, para ser exactos.