No quiero uno de esos amores disfrazados de amistad que interpretan papeles que no son los suyos y, claro, les sale mal. No quiero tener que fingir sorpresa cuando me hablas, sino admitir que llevo horas observando tu conversación y deseando que lo hicieras. No quiero tener que reprimir mis sonrisas por no tener una justificación oficialmente válida para ellas, ni sentirme villana por decirte que te amo, cuando es la verdad. No entiendo por qué, ni sé de dónde, pero has vuelto sin volver del todo. Estás ahí, al otro lado de la trinchera, muy cerquita, tirando piedras para ver si alguna explota. Y yo estoy aquí, esperando la detonación para ir a salvarnos. ¿De verdad es necesario todo esto? Porque, siendo sincera, es lo más patético que he visto nunca. Yo lo sé, tú lo sabes, pero... ¿Por qué no lo sabemos juntos?
Te repito, no quiero un amor disfrazado de amistad, y ya puestos, tampoco quiero una amistad disfrazada de amor. Yo quiero un amor desnudo que no use caretas, y que su única vestimenta sea el cariño que sabes que nos tenemos. 10-06-15
Que difícil es, tiene tantas formas.