Me pregunto que será de mi el día que haga algo bien. Ya pueden suceder cosas que, por muchas alegrías que ocurran, siempre estaré yo para arruinar todo rastro de felicidad que hubiera en mi vida o en la vida de quienes me afectan. Creo que la palabra felicidad es un mito, una leyenda inventada para motivar los corazones de las personas y engañar sus mentes. No es relativa al esfuerzo o trabajo personal, no es relativa a la suerte que tengas en la vida. Simplemente no existe, tan solo creemos que existe. Pero debajo de esta bella palabra están escondidos un centenar de sufrimientos que, por intentar llegar a ella o por resignarnos a tenerla, deberemos de pasar. Pero, volviendo al tema de mi torpeza a la hora de intentan que las cosas vallan bien, estoy convencida que cuanto más hago por solucionar los problemas, los empeoro. Tal vez el mayor problema de todo esto sea yo, y estoy intentando arreglar las cosas por donde no hay que arreglarlas. Puede que, simplemente, yo tenga la culpa de todo y por ello sea yo la que debe ser condenada. ¿A muerte? No sé, parece que eso ya pasó de moda. Hoy en día hay algo peor: estar viva sabiendo que no haces más que arruinarlo todo, que ser una gran molestia en la sociedad. ¿Y entonces qué? Darme, por favor, el veredícto y no hagáis más sufrir mi alma que carga con el peso de la culpa ahora más que nunca. Solo os diré, en defensa propia, que creo en el amor. Y que como fiel creyente, siento su fe hasta en los huesos. Ciega estoy de él, y ese puede ser mi mal o tal vez mi salvación. Solo sé que aunque tal vez esté dañada de flecha, si me la sacaran acabaría con una herida mortal. Asique puede que yo tenga culpa de todo y por más que me empeñe en mejorar no lo logre, pero si sé que creo en el amor y no en la felicidad. 22/11/14

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