Rincón hermoso de taurina piel,
lagunas plásticas en el desierto,
resecas rocas buscándole a Él.
Un mar que, a veces, cuando está despierto
presta alivio a su corazón sediento.
Indalos albos salpican su cielo
en noches negras de dormida bruma,
bellos peces se adivinan, sin verlos.
Nadando silentes bajo la espuma,
buscando ansiosos la luz de una Luna.
Pero hoy la Luna quedó en la ciudad,
regalando luz desde su ventana,
mirando a los blancos barcos soñar.
Esperando lánguida a la mañana
que ilumina el mar y el camino allana.
Monna Lisa linda en su urna enmarcada,
carita de hada rebosando Paz,
la bahía al verla queda embobada.
Y abierta de brazos le regala el Mar,
que lava su herida con agua y con sal.
Blanca bahía que enamora al agua;
Preciosa mujer tras una ventana;
La mar, suave brisa, y el desierto, fragua.
Los pechos aspiran aroma de alba,
sus labios besan y mi ansia se calma.
(Para ese Corazón Dulce)
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