Encendimos una vela para iluminar la habitación.
Abrimos una botella de vino para calmar nuestra sed.
Colocamos flores en el mantel para decorar aquella mesa de
cartón.
Nos sentamos en el suelo para empezar a cenar.
Nos miramos fijamente y brindamos por los dos.
Me agarré
a tu mano
y entonces ya no sé qué sucedió en aquellos momentos en los
que una corriente me traspasó el corazón y yo sólo te miraba y tu
sonreías, y yo no sabía si a ti te sucedía lo mismo que a mi, que me
encontraba como en otra dimensión, y ya no veía ni las flores, ni el
vino, ni mi cuerpo, sólo sé que me inundaste de sentimientos que
recorrían mi cuerpo entero buscando un lugar donde aterrizar. Yo
temblaba y seguía cogida de tu mano y perdida en tu mirada, y sin saber
qué me pasaba. Fueron tus brazos alrededor de mi cuerpo los que con su
calor me devolvieron al mundo real. Bajo tu abrazo me susurraste al
oído: ¿Qué te ha pasado? No respondí, pensando que había sido el vino,
pero mi copa estaba intacta sobre la mesa y junto a las flores. Cerré
los ojos y sonreí: Que te quiero. Y en aquel momento la vela se apagó,
y nos regaló miles de besos en la oscuridad.
?Miles de besos?
Te regal? la gloria.