¿Qué decir cuando ya no hay palabras? ¿Qué hacer cuándo ya no quedan gestos? ¿Qué mirar cuándo los ojos sólo ven una nube gris que no deja pasar la luz?
Será más fácil dejar que el silencio amanse los pensamientos que revolotean en mi mente, que sea la brisa del mar la que humedezca mis mejillas, en lugar de mis lágrimas, que sea la arena de la playa la que acaricie mis tobillos, y el sol el que me de calor en esos días en los que el frío se cuela por todos los rincones de mi vida.
Quizás algún día la oscuridad de mi alma decida ir a conquistar nuevos mares y a descubrir nuevas playas donde tenderse al sol. Hasta entonces, estaré esperando con la mirada deslizándose sobre las olas del mar, y con el corazón como bandera de este barco sin rumbo fijo.
Hay silencios mucho más elocuentes que todas las palabras.