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Noche Con El Fantasma

Como cada noche, cerca de las 12:00 y una vez tomado mi vaso de leche con cereales, una costumbre de la adolescencia que aún arrastró hoy día, me dispongo a dormir. Enchufo mi máquina de la apnea, compruebo que el despertador está conectado, para no quedarme dormido y como consecuencia llegar tarde al trabajo, me acomodo en la cama, casi siempre mirando hacia mi derecha, pues así he dormido los últimos ocho años; cierro los ojos y aspiro poner mi mente en blanco y no pensar en nada, incluso hago el intento de respirar despacio para bajar mis pulsaciones y entrar en un estado de reposo absoluto; espero despejar mi mente, atormentada y traicionera, todo lo que pueda, para olvidar de alguna manera por lo que estoy pasando. Poco después Creo quedarme dormido, pues es un sueño tan ligero que tengo la sensación de estar despierto, de no haber conciliado el sueño, es entoces cuando empieza mi noche sin descanso. Mi noche de pesadilla.

Duermo con ella, su esencia invade la atmósfera que respiro, ocupando las cuatro paredes en las que me hayo y en la penumbra de la noche, buscó, incansable, su calor, su cuerpo, su alma, pero sólo queda un fantasma. Maldito fantasma que perfora mi mente ininterrumpida e incansablemente, como el segundero de un reloj. Tengo conversaciones con ella, a veces son románticas, otras tormentosas, la gran mayoría tristes y melancolicas, entoces estiro el brazo y la toco suavemente, deslizó mis dedos por su delicado rostro, la mimo, la siento, a tal punto llega mi mente que todo es real, visceral, me reconforta tanto saber que está aquí conmigo, que siento que todo o sufrido ha sido un mal sueño, una auténtica pesadilla, no to que pronto llegará el alba, y entonces mi cuerpo, mi mente, todo mi ser, descansa en paz.


De golpe, suena el maldito despertador y mi cara humedecida en agua salada, me hace ver la realidad; no está, sólo es mi mente traicionera haciéndome sufrir una noche más, pues cada vez que despierto me abraza la soledad, pensando ingenuamente que volverá. Todo es falso, la realidad se impone. Es como el cuento más corto del mundo, escrito por Augusto Monterroso, que dice así.

Cuando despertó, el dinosaurio aún seguía ahí.

Ulises Pozo

Ulipg04 de abril de 2017

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