�l llega a hacerse cargo de los negocios mafiosos del padre despu�s de quince a�os de ausencia. Encuentra de inmediato a la sirvienta, cuyos pechos provocan nuevamente los mismos sentimientos que incitaron su temprana y verrionda adolescencia, y a pesar de que el tiempo y la gravedad ya los han magullado, a�n conservan algo del donaire y la turgencia de otros tiempos. �Lo habr� amamantado alguna vez?, piensa. No lo recuerda, pero intuye el sabor.
�l era el �ltimo hijo de Dom�nico Calabressi, un capo respetado por muchos. Los que no, a�n retuercen sus huesos a tres metros bajo tierra.
Sus dos hermanos hab�an sido mucho mayores y ya hab�a muerto en reyertas est�riles y alcoh�licas. M�s de 20 a�os los hab�an separado y, a ciencia cierta, cada vez que lo pregunt�, nadie pudo responderle c�mo su madre lo pari� teniendo m�s de 50 a�os.
Franco lleg� orgulloso y altanero como todo un Calabressi. Era el fiel reflejo del padre.
Esa actitud desafiaba la humildad de la empleada, la �ltima de todas las sirvientas y criados que hab�a en la casa familiar. Tampoco se imaginaba por qu� su padre no hab�a despedido nunca a esa mujer, bastante lenta para los trabajos dom�sticos y quien se desenvolv�a por la casa, como transportando a hurtadillas un desafiante secreto ominoso.
�l la llam� y sinti�ndose todopoderoso comenz� a acosarla. Ella retrocedi� roja de verg�enza y sali� corriendo del despacho principal. �l la llam� con m�s fuerza y le dijo que la quer�a en su cama esa noche. Pero esa noche, �l durmi� solo.
A la ma�ana siguiente recibi� una descarga de preguntas, nuevas exigencias y amenazas. �No, no puede ser�, fue toda la respuesta que recibi� Calabressi. �A m� nadie me rechaza�, sentenci� �l, seguro como un dios. �Prefiero la muerte�, solloz� ella, encogida en su humildad, mientras intentaba disimular el temblor de sus manos con un pa�uelo. �Ser�, pens� �l, achicando sus g�lidos ojos felinos.
A los tres d�as, la mucama fue sepultada en un peque�o cementerio a las afueras de la villa, sin fiestas ni l�grimas.

FIN

UnsilencioquenocallaSeguir Autor Recomendar Texto Agregar a Favoritos