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Una Semilla

Mucha agua, siempre me decían que las semillas crecían
si las regabas con mucha agua.
Alimenté, Dios sabe que las alimenté.
Cada día las regaba, las miraba, contaba con ellas,
con cada una, con todas.
Esperando que pronto brotaran.
Y soplaron suaves brisas de verano,
y entre ellas hubo grandes tormentas,
y llegó el crudo frío,
ártico viento.
Meciendo su tallo, meciendo sus hojas,
y firme como la mimbre,
firme como el tronco centenario.
Yo pensaba que era el agua,
con el que la había regado,
cada día, cada hora.
Todo mi tiempo empeñado,
mi cariño dado,
mi mayor deseo
que naciera pronto,
algo nuevo sin saberlo
sin esperarlo.
Más nada brotaba, aquello que debía llegar al cielo,
ni tres palmos del suelo alcanzaba.
Se amarillecía, perdía fuerza, se apagaba...
Se moría, ya el agua de nada servía.
No fue por agua por lo que perdía de la vida los días...
¿Qué más alimento necesitaba?
La semilla que planté, no brotaron sus flores,
mientras esperaba verla crecer,
y ella juntando con otras su polen.


Violeta20 de enero de 2011

4 Comentarios

  • Zien

    Una hermosa historia transformada en poema. Un beso Violeta.

    21/01/11 12:01

  • Norah

    y ella juntando con otras su polen...reitero siempre que eres en verdad una gran poétisa.Beso grande.

    22/01/11 06:01

  • Norah

    y ella juntando con otras su polen...reitero siempre que eres en verdad una gran poétisa.Beso grande.

    22/01/11 06:01

  • Santos

    trabajo con anticipasiòn, se vee bonito. en corto lamentar.

    26/01/11 09:01

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