Unos versos sueltos
trasgredían la calima
de la brisa estival
endulzando los labios
de la amada
que navegaba inmersa
en letras de cristal,
los vientos
perseguían las palabras
por laberintos de coral
que se extendían
en los sueños.
Caníbales voraces
intentaban alcanzar
al poeta y devorarlo
aunque la inmensidad
del espacio imaginario
servía de refugio
al creador de estrofas
que mantenía la distancia
con las hordas del silencio.
Cabalgó el juglar
a lomos del viento
y dio a luz unos versos
que transitaron el mundo
sobre hojas en blanco,
en las que nacen
los sueños de cristal,
las angustias inconfesables,
los amores imposibles,
los viajes sin retorno,
los senderos sin final.
Parió la estación
historias infinitas
sobre hojas secas
en un otoño ocre,
desparramado
en su propia soledad
y el día se hizo noche,
volvieron los fantasmas
a atormentar las quimeras
y quedé atrapado
en los recovecos
del tiempo
condenado a vivir
la eternidad.
