Me agolpo en la guarida del desconcierto temo estar en lo cierto.
Nunca tan cerca fue tan lejos.
¿Cuánto cuesta decir un te dejo?
Camino engañando a mi destino, me enmaraño a solas con mis dudas las cuales contigo deje de compartir. Y justo allí fue el instante en el que te deje partir.
Corazones de espectros pues nunca en el amor fuimos expertos.
La fría lluvia de la rutina enfrió nuestras manos, los besos se convirtieron en compromisos y las caricias mero protocolo en busca de lo que se sabe ausente.
Donde quedaron nuestras dulces miradas siendo suplidas por la esquiva huida.
Tanto nos quisimos que sin saberlo nos herimos.
Ahora cada uno en su trinchera se amotina con el orgullo de barrera, como armas el insulto y el reproche a la espera de la tregua en la noche.
Siempre la oportuna visita de la discusión dispuesta a cumplir su misión.
En el baile de nuestra relación, abrazados a las partituras nos empecinamos en acompañar al ritmo. Actores del fracaso clamamos al corazón que cese esta función, apacigüe el inmenso dolor y cierre el telón.
Así pasan los días, a golpe de calendario como trabajo la rutina a diario.
Encerrados en nuestra mazmorra asistimos al paso de las estaciones sin más cambio que la hora.
En ocasiones la vida en pareja puede ser un viaje a ninguna parte.
Libertad pendiente del adiós.
Ahora solo falta saber quien dice adiós.
PD: Que el miedo no te robe lo mejor del viaje, la vida.
