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Suceder 01 de enero de 2012
por abrahamsaucedocepeda
Supimos enseguida que éramos ficticios. Que ella me imaginaba y yo la imaginaba a ella. Piel y cabello, sangre, sabor y esencia, formados a partir de la arena de los sueños, biología literaria solamente, una ilusión provocada por si misma, eco refractado de un par de imbéciles que vagan perdidos en el paraíso, tropezando y riendo. Sugerí, reclamé que me concibiera de otra manera, con alas, transparente o como insecto. O tan siquiera valiente o mejor proporcionado (confieso que olvidé agradecer algunos encantos). Ella, con la torpeza dulce que le redacto en mis pensamientos, agregó a la conversación un silencio altanero, decidió inescuchar mis quejas. Por lo tanto recorrió mi labio inferior con su lengua. Por lo tanto mis brazos de mentira abrigaron aquello que fue descrito para ser abrigado por ellos. Y algo sucedió que no comprendo: sucedí yo, sucedió ella: que perdimos la falsedad por unos momentos: una breve emisión de existencia. Súbitamente ser algo que late y suspira lento. Una causa sin consecuencia, palpitando, mirando y mordiendo. ¿Qué hacer con tanta repentina presencia?

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