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Benedicto El Apóstata

Las declaraciones del pasado domingo de Su Santidad, fueron como una chispa destinada a volcar al planeta de cabeza, en cuestión de horas. Algunos alarmistas y agoreros meses antes hablaban de un inminente cambio de polaridad del planeta tierra, el Papa hizo con sus palabras algo tan grande y alarmante que trascendería los registros históricos, y lo identificarían por milenios.

En su tradicional homilía dominical, haciendo gala de un aplomo envidiable y de una fortaleza que nunca había demostrado, el Papa católico se dirigió por dos horas al público de la plaza de San Marcos y al mundo vía satélite.

Sorprendentemente, insistió en hacer presencia en un ropaje en extremo humilde y sencillo: camisa blanca y pantalón marfil, en sandalias de cáñamo trenzado.

El inicio fue de por sí llamativo; relató una experiencia propia que le había marcado su inicio sacerdotal décadas ya. La comparó con lo acontecido menos de un día atrás (en una cena oficial entre jefes de estado europeos, se atoró con una cereza al brandy y estuvo prácticamente a segundos de fallecer, de no haber logrado un ministro inglés apartar a sus servidores y aplicarle la maniobra Heimlich) y lo revelado a él por la Divina Providencia como consecuencia del evento.

Advirtiendo sobre la gravedad de sus futuras declaraciones, pidió apertura suficiente y confesó. Puntual y objetivamente afirmó que se le había ordenado advertir a sus fieles: el desastre cruel era inminente, los contados justos pagarían por todos los pecadores. Solo había un remedio, abrir las puertas a la verdad.

Notablemente emocionado, refirió la fundación de la iglesia al concilio de Nicea en el siglo cuarto y dio detalles ya conocidos por contados historiadores materialistas, por los cuales quedaba claro que todo fue un collage ordenado por el poder hegemónico (por entonces, la voluntad de Constantino) del imperio más poderoso de occidente.

Explicó por primera vez en público las razones por las que los textos de los códices aceptados como más antiguos tienen decenas de miles de diferencias, aceptó la hegemonía de pocos sobre muchos y advirtió sobre ella.

Confesó que por siglos, los eventuales papas habían hecho cosas tan curiosas como apoyar a jerarcas nazis en su afán de salvarse de juicios tras la guerra, apoyaron a F. Franco en cuanto mal hizo a sus semejantes, las cruzadas, quemas de brujas, la quema de traductores de la Biblia, rodearse de lujos y ostentar riquezas inexplicables.

Dijo ser consciente de que la corrupción y el mal moraban en la iglesia y pidió perdón a todos por su parte. Informó que planteará inmediatamente al colegio de cardenales la necesidad de un concilio histórico: tal vez la única salvación llegaría si todos saben la verdad: Dios es uno, solo pide que Se Lo adore y se entregue a Su Divina Providencia Todo lo que se hace, piensa y usa. Siendo conscientes de ser instrumentos del Todo Maravilloso, el bien surge de la acción.

Proclamó la apertura de todos los archivos secretos o prohibidos del vaticano para que la verdad sea aclarada. Reconoció la verdad del monoteísmo: Dios es Uno. Reconoció la verdad del politeísmo: Dios puede adorarse de infinitos modos.

Citó las fuentes de barbaridades tales como el sacerdocio exclusivo de varones, la confesión como obligación de todo fiel, la adoración de imágenes, las redes secretas del Vaticano de la economía mundial y el perdón de los pecados.

Pidió a todos que reflexionen: quienes dicen estar dispuestos a matar por su religión tal vez están a punto de morir por una mentira.

“¡Su santidad, su santidad, despierte su santidad, disculpe que le recuerde que tenemos sesión de fotos, para las ediciones paulinas… - la voz suave de sor Gervasia rompió el ronquido de su santidad.

Miró a su fastuoso alrededor y suspiró, todo había sido un sueño; por un segundo, dudó si era mejor aquella o esta pesadilla.
………..

Achachila23 de mayo de 2010

1 Comentarios

  • Grekosay

    Nada más lejos de los posibles sueños del obispo de Roma. Supo avanzar, desde el principio de su sacerdocio, con las ideas claras de una persona sin fe, con lo justo, con una verdad que configuró su propio espíritu de "juez de la eternidad". Se ganó el papado, después de los muchos servicios prestados al gran "actor Juan Pablo II!". Su iglesia es tan medieval como tardo renacentista. Adora a los obispos y cardenales del siglo XVIII, eruditos, inteligentes,ricos...Los pobres, los humildes quienes han encontrado una voluntad de vivir en la hermandad humana, pertenecen a una generación de seres imperfectos. Benedicto es un rey que ha destronado la buena voluntad de un cambio nacida en el Vaticano II. Benedicto es el gran podador, el invasor mezquino que dejará huella como uno de los papas que jamás supieronque estaban en el siglo XXI.

    Un saludo y felicitades por tu texto.

    23/05/10 01:05

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