Jugando a Amar
Me saca un reloj de ventaja, una esquina de distancia… y corro y corro, y cuando no me resbalo con la incertidumbre, me alcanza la prisa… es incansable este angelito, creo que en ocasiones, soy objeto de burla de sus flechas.
Recuerdo cada derrota a sus manos:
En una tarde color Octubre, esa fue la primera, me senté a jugar al ajedrez con él. La partida se alargó, entre guerras y treguas, el negro manchó el blanco, los peones duraron asalto y medio, los alfiles cayeron entre sonrisas rotas, las torres fueron arrasadas por gritos desafinados y al final, el rey se quedó sin reina, Jaque mate. Siga jugando amigo.
Decidí probar con juegos más sencillos, le encontré varias veces en los bares, entre grados de alcohol y heridas sin cerrar, pero incluso al parchís me ganó, supongo que veía doble y pensé que el dos era un cuatro, y que el uno nunca quedaba sólo.
No hay manera, es más listo y más pícaro. Al póker, pensé… pero no, mientras que el siempre llevaba full de corazones, yo nunca conseguía color para mi reina. Y juro que intenté esconderme un as en la manga, pero ¿quién engaña al que inventó el juego de azar más confuso?
Se me antojaba utópico quedar por delante de sus mejillas enrojecidas, así que resignado le di la espalda. Ahora camino con las manos en los bolsillos, la cabeza alta, y los labios desgastados, entiendo los besos como una diversión y los abrazos como una fuente de calor, pero soy consciente de que algún día, seré más viejo y sabré más juegos a los que apostarle y tantas trampas, como nombres a los que colorea. Ya te cogeré.
