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Pausa

Quizás ese gato negro no fue el culpable, tal vez traté de doblar la esquina equivocada. Cuando has probado el sabor de los diamantes, nunca llegas a cogerle el gusto al carbón. Hubo un tiempo en el que la vida parecía ser como en los cuentos, o quizás la lees confuso, esperando esas deliciosas perdices que ahora están en el limbo. Si las noches son una persecución a través de escupitajos, tragos amargos, sonrisas cómplices, manos traviesas, podría decir entonces, que mis noches son la búsqueda clandestina o explícita, qué más da, de una autodestrucción sin frenos que sólo busca la china oportuna, la piedra que pinche unas ruedas desgastadas y permita al menos, disfrutar del dolor. Hubo un tiempo en el que sonreía por placer, me llevaba besos y bofetadas pero disfrutaba con ello; ahora la curva de mi rostro es simple cortesía, y no con el mundo, sino conmigo mismo. Ya no me creo mi historia, no disfruto con este juego. Aparecen en mis caminos fantasmas físicos y etéreos, se empecinan en martillear un presente mate, perezoso, sin más fuego que el que arde en una memoria hambrienta, ávida de recuerdos frescos y de un éxito reciente.
He aprendido a descifrar los grabados que la vida deja en el tiempo, y creo que ahora me pide, me implora, me exige que dé al botón de pausa, que me centre en un sólo libro y no en comienzos caóticos sin talento, que ponga todo mi empeño en recuperar las cualidades que poco a poco he sabido convertir en defectos.
Adrielegance11 de abril de 2014

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