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La Historia Sin Título (cap 5)

En nuestro segundo día de estancia en París, nos tocaba un paseo en barco por el Sena, y después la tan esperada visita al símbolo de la ciudad: La torre Eiffel. Desayunamos y salimos a la calle para visitar los barrios menos conocidos. Todo era precioso, parecía una ciudad de muñecas, medida al detalle. Después cogimos el metro y nos dirigimos al centro. Cuando llegamos ya era la hora de comer y buscamos un restaurante. Después de llenarnos, nos fuimos hacia un pequeño embarcadero del Sena. Allí compramos unos tickets y nos subimos al barco. Todo se veía precioso y parecía que todas las cosas más importantes de París se encontraban alrededor del río. Me fui a la parte trasera del barco, para que me diera el aire. No sabía porque pero me parecía que todas las sensaciones, hasta el más mínimo soplo de viento, allí era más intenso. De repente alguien apareció a mi espalda pasándome la mano por el hombro. Era Emily, que se encontraba sola al ver que Juan y Estela no paraban de besuquearse.
-Hay que saber cuándo se sobra –me dijo sonriendo. Y le devolví la sonrisa. Hay que admitir que era una chica muy amable, siempre tenía algo de qué hablar y sabía adaptarse según las situaciones. Estuvimos hablando durante un buen rato y comentamos, cada monumento importante que veíamos. Después de una hora de crucero, nos bajamos y nos dirigimos hacia la torre Eiffel. Vimos que había una cola gigantesca para comprar los tickets y que avanzaba muy lenta. Por eso decidimos pasear. París era precioso. Tenía algo que enganchaba, algo extraño porque sin darnos cuenta, paseando, ya había atardecido. Volvimos hacia la torre y la cola había disminuido e iba muy rápido. Nos pusimos al final, y poco a poco avanzamos, ansiosos por descubrir la magia de la torre. De repente, cuando estábamos llegando, Juan empalideció y dio la vuelta. Todos nos quedamos sorprendidos, y le preguntamos que qué sucedía. Cuando íbamos a ir detrás de él, Estela nos paró sonriendo y nos dijo que no nos moviésemos, que subiésemos nosotros. Emily y yo nos miramos.
-¿Y Juan?- pregunté preocupado.
-Tranquilo Derek, sólo tiene miedo a las alturas –y su sonrisa se ensanchó aun más- Lleva tratando de auto convencerse para subir desde que se enteró que iba a ir a Francia. Pero ya ves, a última hora se ha dado cuenta de que no podía. Si ya se lo decía yo… Pero bueno, no os preocupéis. Subir vosotros. No os perdáis lo más emblemático de París tan solo por esa tontería.
-¿Segura de que te quieres quedar aquí? Si quieres me quedo aquí y subís vosotras.
-No, no hace falta. Es mi responsabilidad, soy yo quien sale con esta calamidad -dijo mientras se reía- Vosotros subir.
Y se fue. Emily y yo nos quedamos haciendo el resto de la cola. Nos registraron un par de veces y cogimos el ascensor. Primero subimos a la planta del medio. Hacía frío y nos pusimos los abrigos. La vista era increíble y eso que no estábamos a tanta altura. Sacamos muchísimas fotos y nos maravillamos contemplando París. Volvimos a coger el ascensor y subimos al último piso. Tardamos un buen rato más porque había muchos más metros de ascensión. Por fin llegamos y pudimos contemplar el maravilloso paraíso en el que estábamos. París se deslizaba por debajo de nuestros ojos, gigante e impasible. Sentí, que no había nada en ese momento que se elevara más alto que nosotros, que no había nada en el mundo capaz de superar ese momento. Y no me imaginaba todo lo que me equivocaba…
-Es increíble…-susurró Emily- Jamás en mi vida pude ver algo así, ni sentí nada con tanta fuerza.
Emocionada, con lágrimas en los ojos se apoyó en mi hombro y yo la abracé. Se hizo un hueco en mi pecho, escondiendo la cara, y colocó sus manos en él. De repente me miró y sin venir a cuento me dijo:
-Derek, hay una cosa que llevo intentando decirte desde hace mucho tiempo. No me he atrevido porque los momentos en los que pude, no me pareció adecuado. Bueno, quizás también fuera por timidez… ¡Da igual! Lo único que creo saber es que me parece que no hay mejor lugar en el mundo para decirte que te quiero que la torre Eiffel.
Me quedé de piedra. Nunca nadie me había dicho nada semejante en mi vida, y clavé mi mirada en Emily. Nunca me había fijado en ella, y después de observarla bien, aun hoy día no entiendo por qué. Era preciosa. Tenía el pelo negro, los ojos azules y cada facción de su cara parecía que había sido esculpida con esmero. En aquel momento, me miraba temerosa entre mis brazos. Parecía un ángel que se había caído del cielo y que yo había conseguido coger, ya que desde el cielo a donde yo estaba, no había mucha distancia. Mi reacción fue besarla. Y sentí el beso como no había sentido ninguno otro. Luego, nos separamos para respirar y sonriendo, me dijo:
-¿Te acuerdas que te dije, que no entendía porque llamaban a París la ciudad del amor?
-Sí, me acuerdo. Lo dijiste ayer.
-Pues créeme. Ahora, lo entiendo a la perfección.
Y nos volvimos a besar.
Aeram06 de julio de 2011

3 Comentarios

  • Asun

    Bueno, ya te lo dije, acababa con Emiy, como soy una romántica empedernida, me encanta el final.
    Por otro lado te diré que cuando estuve en París me impresionó mas la vista desde el campanariode Notre Dame, allí también me quedé con la boca abierta, y "lloré un poquito" de emoción.
    Saludos.

    07/07/11 01:07

  • Aeram

    Debo recordarte que aun no ha acabado, son 10 los capitulos

    07/07/11 08:07

  • Asun

    Entonces espero a ver que pasa, seguro que este amor repentino se estropea....

    07/07/11 10:07

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