En las tardes grises, cuando el cielo se queja y derrama la sangre de sus heridas y la soledad se hace palpable el día invita a pensar en todo y en nada. Dejarte llevar por los sonidos, convertirte en espuma, navegar entre latidos... llorar sin razón. Y apoyada en la almohada pienso en lo que ahora tengo, algo que jamás añoré porque nunca lo tuve y si me fuese arrancado hoy creo que moriría. No conocía el amor, hasta que tú me hiciste viajar hasta los vértices de la locura y me trajiste de vuelta entre sonrisas. Eres fuego que me abrasa, me quema y devora mi interior sin agotarlo nunca. No quiero promesas. Las promesas se la lleva el viento. Quiero la realidad de un sentimiento eterno, si es posible, lo quiero. Asustemos al miedo para que no nos alcance nunca. Sin monotonías, seamos dos almas egoístas que se quieren sólo la una para la otra, porque nacieron por esa simple razón. Huyamos del destino para poder crear el nuestro. Que mi beso sea tu aliento y yo tu princesa encantada, por toda la eternidad.

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