A, b, c, d, e, f
Mis letras están tristes.
La A, la primera, está cansada. Cree ser la letra más usada en nuestra lengua, en cada palabra aparece, y ya le duele la piel de ser vista en cada libro, cada poesía o cada nota.
La E
que decir de nuestra pobre E, celosa siempre de la A, por seguirla en orden e importancia.
La X, se siente sola, ignorada o invisible, casi nunca se cuenta con ella. Aunque tiene el honor de estar presente en el centro de placer y vida del ser humano, se siente triste. Algunos la pronuncia con vergüenza y otros la exageran para mostrar su seguridad. Se siente vacía en una palabra tan llena.
La O se ve gorda y la I se ve delgada.
La j odia su sonido.
La V y la L no soportan tener un doble.
La h
¡Hay la H!
A la resignada H ya le da igual todo, si está y no se la oye, o si directamente no está, si se esconde entre letras o al principio de palabra.
...
Mis letras están tristes, y aunque intento adornar mis versos con flores primaverales, bañarlos en agua de sal o iluminarlos con el brillo de la luna, no consigo escribir más que palabras ahogadas.
Tan bien hay belleza en la tristeza, se escribe segun la propia vida y sus circustancias nos permiten.
Un gusto leerte
Antonio