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Hablemos de Sentimientos...

Hablemos de sentimientos.
Según la RAE, un sentimiento es “un estado afectivo del ánimo producido por causas que lo impresionan vivamente.”
Ahora bien, existen sentimientos buenos, malos, dulces, amargos, incómodos, insoportables y un largo etcétera.
Cada uno de estos sentimientos define a una persona, es lo que nos hace reaccionar, pensar, sentir, en definitiva, vivir siendo irremplazables y únicos. No habría un enorme y maravilloso caos en este mundo de no ser por ellos.
Sentimos desde que nacemos.
Este hecho, supone algo maravilloso y, a la vez, un veneno a veces letal que consume a las personas.
Porque es innegable sentir miedo, frustración, dolor, rabia, pena, insatisfacción en algún momento de nuestra corta y confusa vida.
Para mí, el peor sentimiento que existe en este mundo y, a la vez, el más maravilloso, es el amor.
El amor es, por excelencia, el rey de los sentimientos. Éste, nos hace soñar, disfrutar, creer, avanzar…
Pero es el amor el fruto del dolor más agudo que una persona pueda llegar a sentir. Si, esto, inevitablemente es así.
Cuando una persona ama, lo hace con el alma, el cuerpo, con la vida misma.
Se puede amar a tu madre, a tu familia, a tu pareja, a tu mascota, a ti mismo, a la naturaleza, a la libertad… La capacidad de amar es infinita.
Es por este hecho que sentimos vida dentro de nuestro cuerpo, es por este hecho que sentimos que no somos nada cuando falta, es lo que nos define o, mejor dicho, lo que debería definirnos.
El amor es como una enorme tela de araña. Me explico. Una tela de araña es firme, letal, imprescindible para aquella que la construye, pero a su vez, es frágil ante la adversidad, ante el peligro. Lo mismo sucede con el amor. Éste es enorme, firme, dirige y sostiene nuestra vida, pero a la vez es sumamente frágil, lleno de agujeros que se llenan con vacío, y que se construyen gracias a las adversidades del mundo, gracias a los propios hilos que lo componen.
No sé si estas palabras suenan aburridas, tristes, dramáticas o melancólicas. Pero, al fin y al cabo, ellas no reflejan más que otro sentimiento. El sentimiento de querer amar sin condiciones, con todas sus consecuencias, con todo el sufrimiento que conlleva.
Porque si, sufro.
Sufro como nunca sufrí en mi vida. Sufro, lloro, maldigo y suspiro mil veces por sentir lo que siento.
Y si este texto se basa en sentimientos, puedo asegurar que no terminaré esta vida sin sentir dolor, frustración, soledad, nostalgia, inseguridad y miedo, mucho miedo.
Puedo asegurar que soy una persona que ama, día a día, con todas mis fuerzas, y cuando amo sufro, cuando amo lloro, cuando amo siento, cuando amo vivo.
Por ello, lloraré delante del mundo entero, reclamaré la libertad que supone cada una de mis mil lágrimas. Porque sólo así, podré avanzar y seguir tejiendo mi maravillosa tela de araña en la que hallaré, tarde o temprano, todos los demás sentimientos que anhelo en mi vida.
Albitacc09 de octubre de 2012

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