Ayer caí en lo profundo del camposanto, con ruedas de molino y gusanos inertes. Recientemente almorcé el labio del penúltimo amor, al tiempo que las leyes del cielo recorrían la urbe en ruinas.
Ayer no fue sueño percibir como el enterrador vomitaba espanto al saber que aún latía mi corazón.
Ayer no fue sueño percibir como el enterrador vomitaba espanto al saber que aún latía mi corazón. ..aquí ha aparecido el alexander que me fascina.Bravo.