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El Abismo


Dice el refrán que la probabilidad de hacer mal se encuentra cien veces al día; la de hacer bien una vez al año. El ser humano desde su nacimiento se ve metido en el “debate” existencial de hacer bien o hacer mal. Tal vez, en las críticas circunstancias que nos encontramos ahora, el hacer bien sea algo así como hacer el idiota, mostrarse como un parvo rodeado de condimentos salidos del nido de los buitres, buitres que anhelan despedazar lentamente y con gusto al prójimo. También deberíamos considerar que el mal suele aparecerse en forma de bondad sempiterna, como engaño, y el bien, suele ser ninguneado por el mal con artimañas barriobajeras, para que así lleguemos a la conclusión de que lo que se nos presenta es malo, cuando no lo es. Por lo cual, diferenciar el bien del mal no es tarea fácil; una buena manera de hacerlo es basándonos en los actos del sujeto, en sus frutos vitales, aún así deberíamos recordar que “de lo que te digan, nada, y de lo que veas, la mitad”. Cuanto mejor es uno, tanto más difícilmente llega a sospechar de la maldad de los otros, o como nos aclaraba Clive Lewis: “Ningún hombre conoce lo malo que es hasta que no ha tratado de esforzarse por ser bueno. Sólo podrás conocer la fuerza de un viento tratando de caminar contra él, no dejándote llevar”; y es que intentar ser bienhechor, cuando te ves circundado por lluvia ácida, carteras vacías, iras contenidas (o no contenidas), fraudes morales y fiscales, “besaculos” que se lo llevan crudo gracias a sus sonrisas de querubines estreñidos, ser buena persona así, digo, es tarea de dioses y/o titanes, y pese a las oscuras artimañas, no debemos olvidar que la caridad es el único camino para conseguir salir del apuro actual, para que la sociedad pueda vivir envuelta de una cierta concordia. Cabe decir también que las mentes puras, aun siendo las que menos, suelen ver el bien en cada cosa, en cada persona, pero la gente mala, se encarga de inventar el mal, consiguiendo con esto que un halo sombrío, de ultratumba, carcoma nuestro estado de ánimo, llegando al punto de no poder fiarnos ni de nuestra propia sombra. El mal existe y crece. No es necesario creer en un mal sobrenatural, con cuernos y a lo loco, ya que los hombres por sí solos ya somos capaces de cualquier maldad, de cualquier gesto que ataque a las personas con las que convivimos. Y, sobre todo esto, deberíamos gravar como advertencia la indicación de Nietzsche: “Quien con monstruos lucha cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti”. Tengamos sumo cuidado, pues.
Alexandervortice25 de abril de 2012

3 Comentarios

  • Delofe

    Es cierto... Me gusto mucho la explicación

    -["Dejamos de cazar monstruos cuando nos dimos cuenta que estaban dentro de nosotros"]-


    Delofe. -[exime]-

    25/04/12 05:04

  • Davidlg

    Sabes, concuerdo con varias partes de tu texto, pero me queda una pregunta: ¿Qué viste en ese abismo?

    Buen texto! saludos!

    25/04/12 05:04

  • Creatividad

    Buena reflexion...

    Uno deberia ser capaz de confrontar el mal, pero solo lo justo para poder apartalo si es necesario, pero nunca dejar de encontrar que parte de bondad existe, en los que estan a nuestro lado.
    -( Puramente mi opinon)- Un abrazo.

    25/04/12 06:04

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