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Homicidio Respetable

Caen estrellas como párpados somnolientos. La metrópoli de la que provengo cabecea después de que “la revuelta” se haya calmado, si bien algunos jóvenes aún sienten como la sangre sediciosa fluye por sus venas y por sus cerebros perfilados por los ideales. Algo está cambiando y mi cuerpo no sabe qué es, aunque mi alma presiente que pronto seremos algo más diferentes, más experimentados. Debo reconocer que soy amigo del insomnio temporal y delator de Morfeo. De vez en cuando apago el televisor a manotazos o rasgo los periódicos con sumo padecimiento al ser consciente de cómo van las cosas, de que la esperanza es una idea y no un acto común o una forma de vida necesaria. Me venden –nos venden- que la negrura se ha apoderado del planeta Tierra, de las sociedades de bienestar o bien vivir (no sabría cómo denominarlas exactamente ya que, en el fondo, sólo viven en plenitud aquellas personas que han mirado fijamente los ojos de la muerte, y aún pueden contarlo). Me aseguran –por otro lado- que en Somalia millones de personas mueren de hambre y tribulaciones, y que en el Primer Mundo nos matamos los unos a los otros por migajas de viento precario. Se derrumban las providencias y el cosmos nos deja ver su libro de reclamaciones, libro casi siempre colmado de inmensidad y deidades inescrutables. Cae la noche a golpes de oscuros y tristes talonarios, de hipotecas de vencimiento post mortem. Noto el centelleo de mi antepenúltima reencarnación y un guiño metafísico me farfulla que esto ya sucedió no hace tanto: revoluciones a consecuencia de la infamia, juventud cansada de estorbar, pobres que sienten vergüenza por culpa de las perversidades de sus semejantes. Advierto la secreción del típico político con sus inconfundibles mensajes vacíos de firmamento. Reparo en la piel muerta del niño herido a causa de la metralla experimentada, de los buitres que anhelan masticar sus ojillos, que acabarán saboreando su apesadumbrado candor. Sé que soy cómplice, es por ello que me declaro “no humano”. Yo también he puesto mi granito de altanería para hacer de este mundo un mundo peor, aunque ahora, situado en medio de las sombras y el arrepentimiento, desee realmente unirme al movimiento de la exculpación, y hacer del mañana un mañana saciado de confianza y honradez. Repaso con mis dedos jadeantes las últimas frases que antaño asenté a lápiz en mi libreta de secretos deshonrosos y releo la cita de Orwell: "El lenguaje político... Está diseñado para hacer que las mentiras suenen veraces y el homicidio respetable"; y enseguida pienso que este tipo ya nos lo avisó y poco o nada hicimos al respecto. Una actitud humanamente innecesaria, considero.
Alexandervortice08 de agosto de 2011

4 Comentarios

  • Susiunderground

    Orwell nos enseñó unas cuantas cosas que aún muchos no quieren ver. Pero será inevitable hacerlo, más tarde o más temprano.
    Estupendo relato en clave de monólogo interior en un momento de pesadumbre y redención.
    Saludos.

    08/08/11 06:08

  • Alexandervortice

    Muchas gracias, amiga Susi. Un abrazo.

    08/08/11 10:08

  • Miguelito

    "mientras un pueblo se ve obligado a obedecer, y obedece, obra bien; tan pronto como puede sacudir el yugo, y lo sacude, obra mejor aún; pues al recobrar su libertad por el mismo derecho con que le fue arrebatada, o tiene razón para revindicarla, o no la tenían para quitársela"
    J.J. Rousseau. El contrato social.
    De Orwell me quedo con todo, pero especialmente con Rebelión el Granja. Trata de políticos y de otros animales.
    me gustó tu reflexión.
    un saludo de miguelito

    09/08/11 12:08

  • Alexandervortice

    Gracias Miguel. "Políticos y otros animales"... Perfecta definición...jejeje...
    Salud!

    09/08/11 12:08

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