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La Crisis de la Incompetencia


No es tarea fácil avanzar cuando vives en un país donde sobra envidia y falta memoria. No resulta fácil prosperar en un mundo compuesto de espirales individualistas, un mundo colmado de contrariedades e imágenes que penetran en nuestros cerebros gracias a su supremo pesimismo. Nunca es fácil observar el infierno al fondo, con sus fulgores de devastación abismal que carcomen el ansia del hombre bueno, inclusive, feliz. No es cómodo transitar cuando las zancadillas son invariables y el calor achicharra los cráneos sin virtud, cráneos que se esfuerzan insistentemente en hacer crecer sus egos, sus billeteras oscurecidas y sus estatus sociales. Mientras esto sea así, muy difícilmente podremos superar la crisis actual, apenas podremos pacificar nuestros titubeos. “No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar ‘superado’. Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia. El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora que es la tragedia de no querer luchar por superarla”. Estas palabras, pronunciadas por Albert Einstein, aclaran lo que está sucediendo realmente, y por qué no se encaminan las cosas para salir de este atascadero. Pudiera decirse que muchos sobrellevan sin culpa alguna la presente crisis a consecuencia de los incompetentes, esos que gustan de reposar sus posaderas en sillones comodísimos, al tiempo que se fuman un puro y ven la vida pasar sin demasiados tormentos, sin anhelar que cambien las cosas. Ese tipo de personas no ansían que la situación cambie, se alegran de que el fracaso nos rodee, de que royamos lo que nos echen… Con todo, esto puede y debe cambiar, ya que, como deja entrever en sus palabras Einstein, para que aflore lo mejor y no nos conformemos con migajas, deberíamos arrinconar a los incompetentes en la mejor de las esquinas y premiar a las personas que luchan por el bienestar común.
Alexandervortice03 de julio de 2012

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