TusTextos

Mala Crianza

Sobre los disturbios en Inglaterra, el Presidente Cameron afirmó la semana pasada que “se deben a la mala crianza de los hijos y a la falta de ética”. Un santo no lo hubiera dicho mejor, sobre todo viendo que el tema no es exclusivo de su país, ya que sólo con salir a las calles de la ciudad de Pontevedra el fin de semana pasado, celebración de “peñas”, observaríamos un germen semejante, y también como el vino volaba por los aires, junto con papeleras, vómitos estivales e, inclusive, acoso a los turistas por cuadrillas de rabiosos sin edad para cortar “collóns”, mas con abundante ritmo, y antisépticos variados transitando por sus cuerpos aún en pleno desarrollo. Conjeturo que estamos a vivir a nivel mundial una especie de ruina juvenil apta para todos los públicos. Semeja que algunos adolescentes poseen un chip de destrucción masiva y de autodestrucción. Así es que en las revueltas inglesas se fueron quemando casas, cuernos de castrones y comercios, al tiempo que se aprovechaba la criba apocalíptica para robar televisores y 2 docenas de blackberrys (necesidades básicas, claro está), mientras que en el Tercer Mundo aún se roba pan y arroz, amén de que no te pillen en la necesidad de hacerlo, ya que por aquellos lares, por un hurto tan angustioso te cortan la mano derecha, y no digamos la meada. Epicteto, filósofo griego de la Escuela Estoica (estoicismo es lo nos va a hacer falta) ya por año 100 d. C. aclaraba: “Acusar a los demás de los infortunios propios es un signo de falta de educación. Acusarse a uno mismo, demuestra que la educación ha comenzado”. Se ve que por aquel entonces ya existían problemas de este tipo, y en vez de “enderezar” a los rebeldes sin causa a base de sicología barata y miradas de angustia, se les pegaba un par de collejas día sí y día también, y ya la tontería se les iba yendo por el desagüe. Es muy digno de consideración el pensar que algo se habrá hecho mal para que los impúberes estén enervados. Hace un par de décadas los profesores nos tenían acojonados, mirando la suela de nuestro propio zapato sin rechistar; a día de hoy, los mismos oran antes de entrar en el aula, eso sí, habiéndose puesto antes el chaleco anti lapos, la cruz de San Benito y dejando recado en casa de que, a lo peor, no llegan en condiciones óptimas a cenar. Tiempos foscos rodean a los educadores que ya no pueden defenderse con vara fina y mucho menos con argumentos. Y la moraleja sería que la sociedad ha ido a lo fácil, a lo cómodo; se ha dejado llevar por el falso progresismo populista que nos asegura que todo vale, de ahí que “cada hora de tiempo perdido en la juventud es una posibilidad más de desgracia en la adultez”; y de adversidades estamos ya bastante hartos.
Alexandervortice16 de agosto de 2011

Más de Alexandervortice

Chat