Erase una vez, un rey que desde sus terrenos, a lo lejos ve una hermosa tierra, donde siempre es primavera y todo reluce como el oro, pero con dueño.
Piensa que si conquistara aquellos terrenos, podría ser feliz, dejaría lo que tiene ahora, por todo aquello.
Pero el problema está en el riesgo que corre al luchar por ellas; Podría perderlo todo.
Ha vivido otras muchas batallas, y en todas ha perdido a muchos de sus soldados. Por eso hoy se plantea si intentarlo merece la pena.
Cabe destacar, que el oponente es mucho más fuerte que él. Dispone de millones de soldados y éste pobre rey sólo de cien.
Como rey de este reino, sueña. Maldito subconsciente que le hace soñar con tierras prohibidas y que hacen despertar a este rey en pensamiento inoportuno.
Enfurece al rey que juguetee con otros marqueses, con otros duques y con otros condes.
Éste rey sabe que podría cuidar y atender a todas horas las necesidades de éstas preciosas tierras, y cree que estarían mucho mejor en sus manos.
Sin embargo, a guerra debería enfrentarse, muertes violentas, sufrimientos amargos y corazones apuñalados.
Entonces, ¿qué debe hacer este rey?
El tomó una decisión, no entrar en guerra, por miedo a perder la entrada los lunes por la mañana a esas lindas tierras.
De esto hace 700 años, y aún sigue imaginando y soñando en la perfección que se divisa des de su ventana de la alta torre.

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