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Oquedad que hiere a flor de piel,
ausencia que se agita por las noches
El desvelo de un alma,
que aletargada muere sin darse cuenta
Adormecido silencio,
impregnado de recuerdos
Aquietado pasa el tiempo,
en el segundo donde el dolor se hace eterno
Un piano suena a lo lejos,
ella mira la luna a través de una ventana
Aquí su existencia
Allá a lo lejos el amor que la desarma
Corre por su sangre el desconsuelo,
cala profundo el sentir
No existe recoveco que oculte el dolor,
que sus ojos tristes no pueden ocultar
Un grito de dolor que no aflora
La pena silente la envuelve
No existe un final para estos versos
Para ella el dolor no cesa
No existe un final feliz
Ella desconsolada en alguna noche cualquiera
Murió sin morir
Descorazonada por el amor, abatida de ausencia.