Tengo un tigre sedado que ronca suavemente,
y cuando huele carne roja relame las paredes.
Comienza a despertarse y camina de lado a lado,
midiendo el muro como intentando saltarlo,
cuando concentra su cola, mirando hacia la cima,
lo espanto de repente, cae, se distrae,
y de mala gana desaparece.
Duerme la fiera y sueña, moviendo sus extremidades,
que el muro que lo contiene, se rasga lentamente,
duerma la fiera y sueña, y yo duermo tranquilo,
que al dormirse el tigre, el hambre duerme conmigo.
Poema lleno de alegorías...es casi una epifanía...Me encanta.
Un abrazo
Carlos