La dueña y señora llora.
Ama y reina de su propio silencio.
Juega, corre, se queja,
el tiempo entre sus faldas viejas.
Vengan dolores viejos,
a recorrer los caminos olvidados,
regados con lágrimas de risas muertas,
se niegan amores y olvidos,
como sentencias de tiempos idos.
Recuerda cuando tus pasos hacían eco,
pisando esperanzas ajenas
observa que ahora se llenan
tus manos, de cicatrices ajenas.
Si es bonito.