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En la Noche de Todos Los Santos.

Era la noche de todos los santos… Una fría y escalofriante noche, a decir verdad… En una noche como esta puede ocurrir cualquier cosa y a nadie le llamaría la atención. Si es posible sentirlo, yo diría que el alma me tiembla dentro del cuerpo.

Las calles estaban frías, en el aire flotan millares de gotas de agua suspendidas sin decidirse, si regresar al cielo o caer en el infierno. Cuando salí del departamento estaba dispuesta a llegar al puente, mirar de frente a las aguas tumultuosas del río y luego aceptar entre ellas el abrazo húmedo de la muerte. Pero ahora aquí, sintiendo el mordisco del aire frio sobre mi piel, ya no estoy tan segura.

A unas calles de aquí escucho la algarabía de la fiesta, gritos, música, la vida misma bullendo desenfrenada al recordar que es la huesuda la que espera. En el puente no hay nadie, hasta los criminales y vagabundos tienen sus muertos que recordar.

Me detuve justo en medio del puente, había llovido fuertemente durante horas, las aguas se arremolinaban furiosas contra las bases queriendo echar todo abajo. Al mirar tanta furia supe que caer allí, era el final de todo.

Puse mis manos en la baranda, solo lamentaba dejar a Lex, mi gato, era un noble animal que había encontrado herido en una esquina. Era estúpido, pero era a él a quien dedicaría mi último pensamiento.

Si hubiera planeado mejor las cosas habría llegado hasta allí vistiendo un pantalón de mezclilla y una camiseta, pero no, tenía que ponerme la maldita falda negra y la blusa de seda rosa pálido. Si alguien ha intentado subir una valla en faldas ajustadas entenderá el dilema, es realmente incomodo y raya en lo imposible.

-¿Necesita ayuda la señora?- Una voz tranquila y profunda llamó mi atención.
Al volverme encontré un tipo alto, vestido de traje entero negro, camisa de seda con tres botones abiertos que dejaban ver una piel palida. El tipo estaba a escasos diez metros de donde me encontraba, imposible que hubiera llegado hasta allí, si hace solo un momento no había un alma cerca. Estaba recostado a la baranda perezosamente, como alguien acostumbrado a deambular en la noche sin temor de nada.

-¡No! – Respondí sin saber de dónde saqué fuerzas.- En realidad quería estar sola.

-La soledad es una señora muy insistente… Ella llega sin necesidad de que la busquen. No veo por qué la necesidad de venirla a buscar en medio de la noche sobre un puente.- Cuando habló levanto el rostro, permitiendo que la luz de la lámpara iluminara sus facciones, era un hombre guapo, demasiado guapo, el cabello rizado negro enmarcaba un rostro de emociones controladas al extremo, con unos ojos que podían lo mismo arrastrar al infierno o llevar al mismo paraíso.- ¿Quizás usted quiera que justos la invitemos a tomar una copa?...

Tome aire, llene mis pulmones de oxigeno buscando despejar la presión que sentía en el pecho. No le tenía miedo a las aguas que rugian furiosas bajo el puente, pero el hombre frente a mí me recordó una frase que solía decir mi abuela: “No le temas al que mata el cuerpo, tenle miedo al que puede destruir tu alma”
Anatema05 de noviembre de 2011

6 Comentarios

  • Indigo

    Me resulta enigmática la relación del hombre al intentar alejar la soledad de la narradora y la frase de la abuela, el río en este caso es el que puede matar el cuerpo, el pálido caballero ¿buscaba destruir el alma?
    Saludos querida Anatema.

    06/11/11 03:11

  • Anatema

    Hola Indigo... Que gusto encontrarte por aquí... Siempre tus comentarios son mi aliciente.
    Acerca de tu comentario te diré que es la duda que siempre se tiene al conocer a alguien... Será esa persona que se conoce de las que destruyen el cuerpo, o son de las que van por tu alma. La duda hace de la vida algo interesante... No crees mi querido amigo.

    06/11/11 04:11

  • Buitrago

    La revista de ciencia ficcion, fenomenos raritos y similares fantastics ha creado un concurso para este tipo de relatos que por email puedes mandar, echale un ojo y animate
    Saludos

    Anntonio

    06/11/11 12:11

  • Anatema

    Gracias Antonio, lo tomaré en cuenta.

    06/11/11 04:11

  • Indigo

    Claro que la hace interesante, que monótono sería tener una sola elección, nunca errar...y otras cosas de esta existencia.

    07/11/11 01:11

  • Anatema

    Exacto! Qué aburrida sería la vida sin la posibilidad de equivocarse.

    07/11/11 03:11

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