A la fuerza he vuelto con lágrimas en los ojos y un pesar en el pecho que antes latía podía llamarse corazón, hoy si apenas queda un espacio vacio de quien se lo llevó sin quererlo y despejó con cariño.
Hoy no es un buen día ni para ese corazón ni para aquella mente que sucumbió muchas veces a ese impulso primero de no volver a mirar atrás y simplemente seguir ese latido.
Personalmente no tengo más palabras de tristeza, pero si muchas lágrimas merecidas, que por suerte no son vistas y que por suerte no son saladas.